Se veía llegar. Manuel Lagares presentó el viernes el informe de los expertos sobre la reforma fiscal, que incluía el establecimiento de un nuevo impuesto para el vino.
La Federación Española del Vino (FEV) no ha tardado en reaccionar y dedica a los expertos lindezas como "falta de rigor y de solidez en los argumentos", "inexactitudes e imprecisiones", y se remite a un país que cuida sus caldos como nadie, Francia, que acaba de fijar un impuesto sobre el vino y bebidas fermentadas, aunque a un tipo muy reducido. Es el ejemplo, dicen, que España debería seguir.
A juicio de la FEV, esa tasa, de 3,72 euros por hectolitro para el vino tranquilo y de 9,23 euros para el vino espumoso, ya existe dese hace 30 años y no tiene carácter recaudatorio.
También cuestiona el sector que se plantee "incrementar progresivamente la imposición sobre el alcohol hasta alcanzar la media de la Unión Europea". La FEV dice que esta propuesta resulta "incoherente" en el caso del vino, ya que ahora son 15 los países con impuesto cero y de ellos la mayor parte son productores.
Mariano Tomás
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