Erich Schmitt, sufre un ataque en plena reunión, el mismo día en que Martorell producía su unidad 6.000.000. Era el responsable de quemar el último cartucho para una filial que el hombre fuerte de Volkswagen, Ferdinand Piëch, está empeñado en cerrar o vender. La decisión final sobre SEAT llegará cuando Porsche controle definitivamente VW. En el Comité Ejecutivo sólo figura un español, Ramón Paredes
El jueves 29 iba a ser un día de fiesta en la factoría de SEAT en Martorell, pues la unidad 6.000.000, un Seat Ibiza Ecomotive, salía de la cadena de montaje. Sin embargo, la jornada se iba a torcer, pues el presidente de la compañía, el alemán Erich Schmitt, sufría un ataque que obligaba a trasladarle a un centro médico. Desde Hispanidad le deseamos una pronta recuperación.
Pero la salud de Schmitt, que ya en verano se tomó unas largas vacaciones, aumenta la inquietud sobre el futuro de una compañía en la que trabajan 14.500 personas, sin contar los empleos indirectos. Schmitt es el interlocutor único de SEAT con Ferdinand Piëch y la cúpula de Volkswagen, y uno de los más interesados, en su último cometido, en sacar adelante la compañía y liberarla de la alternativa a la que quiera someterla Piëch, un personaje que nunca ha sentido la menor simpatía por SEAT, a pesar del dinero público español invertido en ella y del volumen de negocio que le ha reportado. Sencillamente, a Piëch no le gusta España y desde Alemania se ha maltratado a la marca, especialmente en su política comercial. Y esa alternativa de don Ferdinand es: o cierre o la venta. Si por Piëch fuera, antes lo primero que lo segundo. Algo que, dicho sea de paso, la Generalitat catalán, con toda razón, no está dispuesta a permitir y presiona para que, llegado el momento, se acepte una oferta de comprar de empresarios y empresas catalanas.
La decisión se tomará cuando Porsche,- o sea, la familia Piëch- se haga con el control definitivo de VW, probablemente pasando del 30 al 50% del capital. La marca deportiva, ahora convertida en marca matriz del conglomerado, ha presentado unos resultados excelentes, presentación que fue aprovechada para tranquilizar a la plantilla de VW, pero no a la de su filial española, que continúa en números rojos, en buena parte por culpa de la propia central alemana.
Por lo que respecta a Martorell, Schmitt mantiene un estilo de mando presidencialista. El Comité Ejecutivo está formado por alemanes y un sólo español, el responsable de Recursos Humanos, Ramón Paredes. A destacar, la presencia del director financiero, Jean Lafrentz.