Zapatero está emparedado entre el mercado y el electorado. Su anuncio del miércoles tenía como objetivo tranquilizar a los mercados. A juzgar por lo ocurrido el viernes, no lo ha logrado. Pero en paralelo ha conseguido desencantar a la ciudadanía con el mayor recorte de derechos sociales de la democracia: el 82% de los españoles está dispuesto a salir a la calle contra el decretazo, y el 77,3% de los votantes del PSOE creen que les pasará factura. Tampoco los barones lo entienden y la amenaza de quiebra está encima de la mesa.
Así que Zapatero puede caer en el riesgo de pretenden descafeinar el acuerdo. Veamos. En la rebaja del sueldo de los funcionarios, podría aplicarse exclusivamente sobre el salario base. Así lo afirman al menos desde Moncloa. Pero ocurre que el salario base es tan sólo el 42% de la masa salarial. Si descontamos cotizaciones sociales y aplicamos el 5% del salario base desde el 1 de julio, el ahorro apenas supone 945 millones de euros. O sea, de nuevo el chocolate del loro.
Lo mismo podría decirse de las pensiones. El compromiso de Zapatero es no garantizar automáticamente la actualización. Pero nada dice de la revalorización que se apruebe para el año que viene. Si se aprueba una revalorización del 1,3% en un entorno de subyacente negativa, la pérdida de poder adquisitivo será nula o cuasi-nula.
El problema es que Zapatero ya ha asumido el coste político de unas medidas antisociales. Si ahora pretende convencernos de que en realidad no es para tanto, puede que no lo consiga. Pero es que además, a buen seguro recibirá el castigo de los mercados, que están esperando mensajes claros y entendibles, en palabras de Campa. No es fácil la situación de Zapatero. Pero en estas circunstancias lo peor que puede hacer es tratar de despistar al mercado echando agua en el vino. Ni cuela en la ciudadanía ni cuela en los mercados.