Eso no es bueno, porque la profusión de este tipo de partos dificulta el tener más descendencia. Ese elevado 25% forma parte de esta conjura contra la natalidad, aunque no sea su primera causa, claro está: la primera causa de la falta de nacimientos es el egoísmo de los padres, es decir, de toda la sociedad.
Dice la Organización Mundial de la Salud (OMS) -otro de los terminales del Nuevo Orden Mundial (NOM), enemigo declarado de la raza humana- que el número de partos por cesárea no debe superar el 15% del total. Y el dato es importante, porque es sabido que la regla primera del NOM ante cualquier problema, sea la crisis financiera, la malnutrición o la miseria, es siempre la misma: esto se
arregla reduciendo el número de seres humanos vivos.
Pero, sea como fuere, la OMS todavía mantiene cierta cordura y aconseja que el porcentaje de cesárea sobre el total de nacimientos no supere ese 15%. No porque este tipo de partos reduzca la capacidad de ser madre de nuevo –no más de tres hijos y pretenden reducirlo- sino porque no deja de constituir un riesgo para la protagonista.
Pues bien, lo más curioso es la reacción de los "expertos" ante la lamentable nueva del 25%. Ya se sabe que, en la sociedad de la información, el experto no es más que el portavoz de lo políticamente correcto, de aquello que no molesta a la mayoría porque evita decirle a esa mayoría lo que no desea escuchar.
Quizás por ello, la reacción ante la mala noticia del 25% de cesáreas en España consista, atención, no en reducir el número de cesáreas sino en que la OMS cambie de criterio y asegure que un 25% de cesáreas sobre el total de nacimientos no es una cifra reprobable, sino aceptable. Está clarísimo: si nos puedes modificar la realidad modifica el baremo estadístico. Es como el hombre que compra un mueble que no cabe en el rincón donde quería colocarlo. Entonces, nuestro hombre, en lugar de cambiar el mueble o ampliar el rincón, agarra un metro muy especial, de noventa centímetros, y decide, de forma científica, que el armario no tiene una anchura de 100 centímetros sino de ochenta. En lugar de reducir el número de cesáreas ampliemos el baremo sanitario admitido por la OMS, o sea, por los expertos.
Sigamos: aseguran los tales expertos que es el retraso en la maternidad así como la proliferación de la 'fecundación in vitro', lo que provoca un incremento de la necesidad de cesáreas (y no la comodidad de los médicos y hospitales a la hora de programar su trabajo y sus vacaciones, como podría concluir algún malpensado).
Curioso razonamiento. Si la FIV provoca cesáreas lo lógico sería reducir la FIV, no aumentar la permisividad de la OMS sobre las cesáreas. Vamos, digo yo.
FIV que implica, además, la producción de seres humanos. Ahora bien, las personas no se producen se conciben y procrean, que es harina de otro costal.
La FIV constituye, además, la matriz de todos los males. Por ejemplos, la raíz de la utilización de embriones humanos como cobayas de laboratorio.
Así que lo mínimo que podría hacer la OMS es ordenar que, en las operaciones de fecundación asistida se implantara a la mujer un sólo embrión, no cinco, ni diez y, con ello, se impidiera la congelación de seres humanos en un frigorífico. Que eso, y no otra cosa, es la FIV.
Eulogio López