Lo conseguimos. Por primera vez España se hace con el mundial. La gente se echa a la calle enfundada de banderas de España. Complejos cero. Los jóvenes torean a los coches con la enseña nacional, fatigan los calores en las fuentes públicas, se quitan las camisetas y enseñan generosamente sus calzoncillos. Las chicas muestran su entusiasmo y vitalidad con alegría desbordante. Tras las patadas holandesas llega el gol de Iniesta. ¡España campeona del Mundial! Es el momento de corear: ¡España campeón, Zapatero dimisión, pulpo presidente! Así es España: espontánea, vital. Quizás primitiva, pero con un punto de sentido común.
Como la del cura que este domingo casaba a una española con un holandés. No se pudo reprimir y le regaló al contrayente una camiseta del equipo naranja: Van aperder. Profético.
Andrés Velázquez
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