Sr. Director:
En su día leí la carta de la Sra. Jiménez y también su acertadísimo artículo "El problema de los curas". Y hoy la carta titulada "Más curas, por favor, que me quiero confesar".

Desgraciadamente hay algunos sacerdotes que parecen tener claustrofobia a los confesionarios. Le cuento: una amiga que iban a operarse, va a su párroco y le dice que quiere confesar antes de entrar en quirófano y éste le contesta: "anda vete tranquila que hace mucho calor, cuando vuelvas ya hablamos (…) ¡tranquila mujer! Con lo buena que tú eres".

La Confesión que fue instituida por Jesucristo como alivio de las penas del pecado y como recurso que ensancha el alma hacia el bien y la felicidad, está sufriendo una notable crisis, que será necesario recuperar, ya que la confesión frecuente es un gran medio para preparar la Comunión.

Si para recibir en nuestra casa a un personaje, la limpiamos, decoramos, nos ponemos los mejores trajes, no sabemos cómo comportarnos para ofrecerle una buena acogida…, ¿cómo tendríamos que preparar nuestra alma para albergar a Cristo en ella?

La alegría del perdón es el mejor testimonio de fe y de esperanza ante nuestros hermanos.

¡Que bondad la de Cristo al dejar a su Iglesia los Sacramentos! ¡Y qué pena que algunos no los valoren!

Josefina Galán

finagalan@gmail.com