La experiencia de los presos deportados a España ha sido nefasta para el régimen. Esperaban probablemente que llegaran como corderos y han resultado respondones. Así que el presidente del Congreso cubano anuncia la liberación del 100% de los presos políticos cubanos y la posibilidad de permanecer en la isla si así lo deciden. Un cambio sustancial del que ayer sacaba pecho el ministro de Exteriores, Miguel Ángel Moratinos.
¿Qué pretende el régimen? Básicamente normalizar las relaciones con Europa y Estados Unidos. No dar ninguna excusa para seguir manteniendo la presión y consolidar el actual statu quo. A partir de ahí, flexibilizar la ley 77/95 de capital extranjero para facilitar las inversiones y avanzar hacia el modelo chino: liberalización económica, pero dictadura política. De esta manera se pretende impulsar la modificación de la posición común y de rebote la supresión del embargo de los Estados Unidos. Y no sólo eso, sino acceder a fondos de cooperación al desarrollo que actualmente están bloqueados por la cláusula democrática.
El problema es que permanece el Código Penal en el que se contiene la Ley Mordaza y la Ley de Peligrosidad Predelictiva. Así que la disidencia reclama en primer lugar que el anuncio se cumpla. Si fueron encarcelados en 72 horas, ¿por qué tardar 4 meses en liberarlos? Y en segundo lugar, que se eliminen las espadas de Damocles que siguen pendiendo sobre las cabezas de los disidentes.