Es impensable tanta estupidez y encubrimiento de parte del jefe de un estado centroamericano, como es el caso del señor Daniel Ortega, presidente de Nicaragua.
Ortega denuncia como una invasión, la ocupación parcial de Puerto Príncipe por tropas militares norteamericanas y la ONU, quienes tienen la misión en principio de coordinar la seguridad, el orden público, y la entrega de las ayudas que llegan de parte de la comunidad internacional.
Ortega en lugar de apoyar la misión internacional de ayuda humanitaria, lanza sus alaridos de perro rabioso, en compañía de su íntimo socio el ministro de Información de Siria, Mohsen Bilal, quienes no han hecho absolutamente nada por Haití y sus miles de víctimas.
En lugar de unir esfuerzos, esta gentuza perversa, dividen y no hacen nada, ni por su pueblo, ni por el pueblo de otros. La mezquindad llega a su estado más líquido con las expresiones estúpidas y mediocres del señor Ortega, presidente de Nicaragua y miembro de la Alianza Bolivariana para las Américas ALBA.
Haití necesita urgente de tropas extranjeras que traigan el orden y suplanten el caos, luego del más devastador terremoto que azotara la isla en toda su historia. Es hora de sumar esfuerzos vengan de donde vengan, o realmente se quieren tapar con declaraciones como estas, perversas a todas luces, la segunda fase de la operación internacional, liderada por Estados Unidos, que ahora tendrán control total sobre las rutas del narcotráfico que antes usaban Haití como territorio libre, pero ahora cambiaran drásticamente sus operación debido al control asumido por las autoridades de EEUU.
Señor Ortega, haga algo justo una sola vez en su vida, sino va ayudar, deje por favor que otros ayuden, y no pretenda usar esta mascara para imprimir un sentimiento político, en esta hora decisiva y fatal del pueblo haitiano.
No sea tan cobarde, mediocre, estúpido e insensato, póngase la mano en el corazón y bríndele su alma al señor todo poderoso, para que de una vez y por todas, sean perdonados todos sus múltiples pecados contra la humanidad de un pueblo como el nicaragüense, quienes no tienen la culpa de haberse equivocado cuando eligieron a un títere de Chávez como presidente de su país.
Héctor Ygonet Céspedes Ramírez