Sr. Director:
La cumbre del clima ha dado alas a los partidarios del control poblacional.

 

El canadiense National Post, afirmaba sin rubor, la necesidad de imponer el hijo único en todo el planeta para reducir el CO2. Otro redactor, John Vidal, decía: Esto permitirá a los ricos compensar sus viajes en jets privados financiando la anticoncepción de los pobres: las 10 TM de CO2 emitidas en un Londres-Sydney podrían compensarse evitando el nacimiento de un niño.

Otras conclusiones establecen que es más barato invertir en reducción de población que en tecnología de bajo CO2. Mientras, el Fondo de Naciones Unidas para la Población  impulsa la salud reproductiva: (condones, anticonceptivos y aborto) pues, según su director: la humanidad está al borde del precipicio, contradiciéndose con otros de sus informes: los 500 millones de personas más ricas del mundo son las responsables del 50% de las emisiones de CO2. The Economist apuntaba: Forzar a los pobres a tener menos hijos porque los ricos consumen demasiado, sería inmoral. El sociólogo británico Furedi lamentaba: Un mundo que puede poner un signo de igualdad entre un bebé y el CO2 es un mundo que ha perdido su fe en la humanidad. Jennie Bristow, redactora jefe de Abortion Review, reconocía que la historia enseña que estas prácticas se han impuesto a las mujeres por las autoridades que decidían cuántos niños debían nacer.

El Papa ha alertado del peligro de absolutizar la naturaleza poniéndola por encima de la persona, anulando su identidad superior, con una visión igualitarista de la dignidad de todos los seres vivos, concluyendo: el respeto a la naturaleza pasa por el respeto a la persona.

¿Servirá de algo la opinión cada vez más generalizada de que el cambio climático es, o incierto, o un estudiado engaño?

Eva Catalán