Cuando se presentaba lo que sin duda es uno de los documentos de mayor calado elaborados por la Iglesia española, sobre la verdad del amor humano, monseñor Martínez Camino fue preguntado por el alcance teológico del descubrimiento de la llamada "partícula de Dios".
Con sentido del humor, el secretario general de la Conferencia Episcopal dijo que llamaba la atención el hecho de que los físicos hablen ahora mucho de Dios aunque algunos dicen que en la ciencia no hay lugar para Dios. La cuestión estaba obligada ante la conmoción que ha producido en la comunidad científica y la curiosidad que ha suscitado en todo el mundo este hallazgo que explicaría la formación del Universo.
En este sentido, el portavoz de la CEE, que hablaba del amor como origen de la sociedad humana, bien puede decirse que pocas veces se ha dado un nombre más acertado a una teoría científica como este de la "partícula de Dios" entendida como el instrumento divino, hasta ahora invisible, que sirvió para formar la materia que conocemos a partir del llamado "Big Bang".
Domingo Martínez Madrid