El secretario de Estado de Economía se siente más fuera que dentro del Gobierno

 

Campa se metió en la política para hacer networking. Educado en ambiente anglosajón, la política es una ocasión para hacer relaciones que posteriormente se puedan capitalizar cuando se abandona el poder. Eso es en Estados Unidos. Aquí se ha encontrado como pulpo en un garage, acorralado por los navajazos, los golpes bajos, las pullas, los intentos de intrumentalización barata por parte de Zapatero, los discursos vacuos y la falta de capacidad y margen para desarrollar sus políticas.
Así que ante semejante frustración, está de salida. Ni él quiere seguir, ni Zapatero quiere que siga: es demasiado serio. Su último servicio de Estado ha sido tranquilizar a los mercados. En su visita a Londres les prometió una reforma real del Pacto de Toledo y un verdadero compromiso por el equilibrio presupuestario. Incluso les llegó a asegurar que si era necesario recortar el sueldo de los funcionarios, se haría. ¡Tiembla De la Vega! Los mercados se lo creyeron. Campa resulta convincente y creible.
Después se fue a Estados Unidos. Supuestamente a lo mismo: convencer a los mercados de la salud de las cuentas públicas españolas. En realidad se fue a networking. Sabe que está en sus últimos meses de Gobierno y quiere aprovecharlos para cultivar relaciones que posteriormente pueda capitalizar. Su paso por la política le ha salido caro: ha perdido prestigio y relaciones. Ahora trata de recuperar el tiempo perdido.