El líder de la oposición, Mariano Rajoy, se muestra imaginativo a la hora de enjuiciar el primer año de Gobierno Zapatero. Incluso divertido. Llegó a reprochar a los periodistas que nos faltaba "humor". Aceptamos la moción, aunque probablemente haría falta una oposición más "seria" para hacer frente a los grandes retos que el gobierno Zapatero ha puesto encima de la mesa. En todo caso, Rajoy resumía su balance de los 12 primeros meses del Gobierno socialista con dos palabras: "laicismo y franquismo". Existe una parálisis legislativa preocupante. Y paralela a la parálisis, mucho marketing. El Gobierno parece empeñado en revisar el pasado y en no afrontar el futuro, señaló Rajoy.
En este marco cabe encuadrar la polémica desatada por la retirada de la estatua de Franco. Una polémica de la que, por cierto, se ha desvinculado el ministro de Defensa, José Bono, que en la mañana del jueves ha manifestado su voluntad de no retirar la estatua ecuestre de Franco de la academia de Zaragoza. "En el patio de la academia están todos los que han sido directores y el general que Vd. menciona fue uno de ellos", respondió.
Bono añadió que para los militares, "los muertos no son enemigos", sumándose al discurso que en su día pronunciara Felipe González. Eso sí, por si había quedado alguna duda, se mostró orgulloso de haber luchado contra Franco, aunque reconoció que su padre había sido falangista "y no por ello menos honrado que yo". O sea, pasar página a la historia que, como afirma el mismo Bono, "es muy complicada".
Eso, para que se vea la "coherencia" del partido en el Gobierno, aunque claro, Bono defiende que si en un partido todos piensan igual "o no piensa nadie o sólo hay uno que piensa, que de esos casos también hay". Pues nada, seguiremos en la coherencia socialista. Unos derriban la estatua y otros la mantienen.