Cristina Fernández de Kirchner tiene problemas para pagar su deuda externa. No de ahora, sino la que le llevó a la suspensión de pagos a principios de siglo y que su esposo, Néstor Kirchner, entonces presidente del República, se negó a pagar. E hizo bien. La deuda que argentina vendió a gente 'normal' fue luego acaparada por fondos buitre, gente que compró esa deuda a precio de saldo y que luego exigía el 100 por 100. Kirchner forzó quitas con estos tenedores 'segundos' y logró descuentos de hasta el 60% porque de otra forma hubiera hundido a un país empobrecido. Ciertamente empobrecido por muchas de sus políticas, pero esa es otra cuestión.
El caso es que los fondos buitre, los que ahora mismo dominan los mercados financieros, se empeñaron en cobrar hasta el último dólar, con unas plusvalías exorbitantes, acudieron a los tribunales norteamericanos y ahora han conseguido una victoria. Se lo ha otorgado un juez -temo más al gobierno de los jueces que al gobierno de los políticos por muy corruptos que sean-. Thomas Griesa (en la imagen), juez norteamericano, ha decidido aplicar la cláusula RUFO (Rights Upon Future Offers), es decir, derechos sobre ofertas futuras.Hasta los usureros de antaño sabían que no se puede apretar a un prestatario hasta la indigencia porque no te podrá pagar. Es decir, no sólo porque se provoque su ruina sino porque, de ese modo, el prestamista no podrá cobrar ni la parte ni el todo. Una lección que, al parecer, no han aprendido los mercados financieros de hoy.
Porque las deudas hay que pagarlas pero la usura debe ser castigada. Los tipos de interés que exigen a Argentina no se les exige a ningún país europeo, ni tan siquiera Grecia.
Eulogio López
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