¿Qué haría cualquier persona si descubre que el ser humano al que más amas en el mundo es infiel? A esa situación se enfrenta una seria y eficiente inspectora de policía de Paris, cuando averigua que su marido es un mujeriego, mientras ella tiene que capear ese drama personal al mismo tiempo que lleva una vida profesional llena de responsabilidad y peligro.

El título original de la película Une femme de notre temps (Una mujer de nuestro tiempo) explica perfectamente que nos hayamos ante una mujer muy actual, de trayectoria intachable, que trabaja y se ha desarrollado personal y profesionalmente pero cuyo código ético estalla cuando se enfrenta a ese conflicto de pareja de difícil resolución, porque cuando empieza la película se percibe que hay algo inestable en su interior por el amor rayando la obsesión que siente por su marido.

La gran estrella del cine francés, la actriz y directora Sophie Marceau, ha envejecido muy bien y defiende perfectamente su personaje, por más que resulte previsible que la faceta de la policia de excelente tiradora de arco (lo que nos remite a mujeres fuertes como Las Amazonas) dará mucho juego en un desarrollo donde priman los engaños.

El director galo Jean-Paul Civeyrac cuya filmografía estaba ligada, hasta ahora, a películas de terror o fantásticas se sintió subyugado por  los tejemanejes de esa brillante agente de policía cuyo código ético se ve en riesgo tras descubrir la infidelidad de su marido. Ni que decir tiene que  ofreció el protagonismo absoluto a la  ganadora del César Sophie Marceau (Todo ha ido bien, Reencontrar el amor, Braveheart), teniendo el convencimiento pleno de que iba a hacer un buen papel, como así ha ocurrido. Algo menos entendible y justificado es el personaje del esposo, que defiende y no acaba de convencer en sus argumentos de que ama a su mujer pero le ha sido infiel desde hace años. Como si el amor no implicase compromiso.

Con un diseño de producción muy correcto, la banda sonora, ha confesado el director, que está inspirada en la obra de Valentin Silvestrov, un compositor ucraniano de más de 80 años, que tuvo que escapar de Kiev al comienzo de la guerra. La música traduce perfectamente los estados interiores de Juliane y van desde la inquietud a la tragedia.

Para: los que sigan la trayectoria de Sophie Marceau.