En la Suiza de los años 80, Walter Stürm es un delincuente, famoso no tanto por los delitos cometidos (la mayoría de ellos asaltos y robos) sino porque se ha convertido en “el rey de las fugas”. Muy dado a los cambios de fisonomía, mediante pelucas y maquillaje, en una de esas escapadas conoció a Barbara Hug, una abogada de izquierdas cuyo objetivo era sacar de prisión a gente de ideas radicales puesto que, como Stürm, era una defensora de la libertad, cada uno entendiéndola a su manera.

Lo más sorprendente de este film es que narra acontecimientos reales que sucedieron en Suiza, un país, por tradición, bastante opaco no solo de sus negocios bancarios sino de su propia historia.

Además hay una cuestión curiosa en esta película, el cineasta Olivier Rihs ha sido tan fiel a la realidad que ninguno de sus dos protagonistas resulta empático. En el caso de Barbara Hug porque, a pesar de ser una profesional seria, sus convicciones políticas cercanas a movimientos que llamaríamos ahora “alternativos” se traducían en una personalidad con luces y sombras. El caso de Stürm es todavía más diáfano su retrato; era la oveja negra de una familia pudiente, un niño de “papá” totalmente “amoral” amante de conseguir dinero fácil y rápido.

La película describe la complicada relación que tuvieron ambos y como, sin embargo, lograron la mejora de las condiciones del sistema penitenciario suizo. Aunque, sin duda, lo que deja perplejo este film es como los movimientos de izquierdas convirtieron a Stürm, por su peculiar lucha personal contra el sistema, en un icono admirado de la contracultura cuando, sinceramente, era un vulgar criminal.

Para: Los que quieran descubrir que en Suiza también existieron y existen movimientos radicales anarquistas.