Este biopic arranca en plena Revolución Francesa y capta al joven militar corso Napoleón Bonaparte en la mismísima decapitación de la reina María Antonieta. Fiel colaborador de Barras, el film sigue su ascendencia al poder y pone acento en el que presentan como su único amor verdadero: Josefina.

El octogenario Ridley Scott sigue arriesgándose, a pesar de su edad, porque afrontar una superproducción como Napoleón, que se traduce en un acercamiento personal y militar, supone un indudable reto. Curiosamente, su primera película para la gran pantalla: Los duelistas (1977), se desarrollaba en la época napoleónica.

Los historiadores ya se están pronunciando sobre diversos errores que aparecen en la película pero en la faceta que nos corresponde, la cinematográfica, lo que es innegable de este film es su grandiosidad visual y puesta en escena en las secuencias de las batallas más importantes en las que se involucró Napoleón. También es destacable el acercamiento a la personalidad del estratega militar que llevaba dentro, muchas veces incomprendida incluso por sus generales más cercanos. No obstante, en lo que fracasa ostensiblemente la película es en armarla a través de esa relación amorosa con Josefina. Porque se puede pensar que la versión de las cuatro horas de metraje original, que ha quedado reducida a dos horas y 38 minutos en su estreno en salas de cine, desarrollaba más la parte afectiva que la sexual, pero lo que vemos en pantalla son muchos movimientos de alcoba, en lo que constituye la parte más sórdida del film.

Joaquim Phoenix hace una composición adecuada del personaje, al que presentan como un ambicioso con pocos escrúpulos. Aunque el actor, a sus 49 años, resulta físicamente algo mayor para encarnar a Napoleón, puesto que solo tenía 35 cuando se coronó emperador.

El toque social de la película lo encontramos en que en las batallas que vemos en imágenes, hasta seis empezando por la de Tolon que, tras su victoria, le convirtió en el general favorito de la Revolución, hace especial hincapié en las bajas que ocasionó en el ejército francés, miles en el caso de la última campaña en Rusia. En cuanto a Josefina, está encarnada por la bella actriz británica Vanessa Kirby, vista en las dos últimas entregas de Misión Imposible. Ésta da la talla en su personaje, pero las escenas que comparten ambos son de una frialdad que transmite muy poco, con unos diálogos muy básicos.

A destacar el diseño de producción, magnífico, cuidado en todos los detalles, incluso los más pequeños, que resulta perfecto cuando describe la coronación de Napoleón como emperador.

Para los que les agrade la película, Ridley Scott ya ha anunciado que ofrecerá una versión extendida, con noventa y dos minutos más de metraje, cuando se emita en la plataforma Apple TV+, que ha estado detrás de la producción del film.

Para: Los que tengan interés en el cine de batallas y… camas.