- Se marca un farol para comprar una parte de Alitalia, no toda, pero su objetivo es el mercado alemán.
- O'Leary sabe que no tiene posibilidades en Italia, pero calienta motores para hacerse con Air Berlin.
- La compañía germana es un caballo de Troya, pero tiene enfrente a Lufthansa.
- Al estrambótico personaje le encanta recoger los restos, como probó con Spanair o quería hacer con Aer Lingus.
- Y con pocos escrúpulos, además, como ha hecho en Barcelona al cambiar su estrategia comercial tras los atentados.
Michel O'Leary, presidente de
Ryanair, es un estrambótico personaje que ha crecido sobre esa
low cost y ha llegado, por esa vía, hasta el poderoso
Club Bilderberg, lo más parecido a una siniestra conspiración. Y más que eso, o sobre todo, un buitre de las compañías aéreas en crisis o, si lo prefieren, un
destroza-empresas.
Ahora anuncia su interés por
Alitalia, una pícara jugada más, pero ojo no por el grupo sino por una parte (flota y pilotos). No lo ha hecho vestido, como otras veces,
disfrazado de torero, de jugador de fútbol y hasta de papá Noel, sino en plan serio.
La cosa recuerda, en terreno patrio, a la oferta que hizo a los trabajadores de la desaparecida
Spanair, eso sí con la mitad de sueldo (algo que irrito y no poco). Lo planteó con la misma falta de escrúpulos que en Barcelona, denigrando la imagen de la ciudad tras los atentados yihadistas. Ha dicho, de hecho -como ha contado el ministro Nadal- la única en cambiar su estrategia comercial.
De la quebrada Alitalia, en concreto, le interesan sólo
pilotos, ingenieros,
rutas y
90 aviones modelo Airbus, aunque se puede encontrar, como él mismo ha reconocido, con el veto de
Bruselas por criterios de competencia. Normal. Si tiene ahora el 35% del
tráfico italiano, con Alitalia llegaría al 50-55%.
No deja de ser una declaración de intenciones -o un farol, como dice la prensa italiana- con mucho peligro, además. A esa razón se acogió
Irlanda, a pesar de compartir nacionalidad con el empresario, para córtale el paso en
Aer Lingus. Lo que temía, sobre todo, era la desaparición de la marca tras su desguace. Después (2015),
IAG (British Airways, Iberia y Vueling), lanzó una OPA por la irlandesa y Ryanair aceptó finalmente vender su 29,8% (esos sí,
haciéndose mucho de rogar).
La crisis de Alitalia viene de atrás: está en pérdidas de 2012 y la emiratí
Etihad (51%) ya ha tirado la toalla, pasando el
muerto al Gobierno, que le ha prestado 600 millones tras declararse en insolvencia. Para el Gobierno, sin embargo,
Ryanair no es un plato de gusto. Como ha reiterado varias veces, "Alitalia es más que una propiedad, es una pieza italiana que acoge a los visitantes procedentes de todo el mundo".
Hay, además, otros candidatos:
EasyJet,
Lufthansa, el fondo de cobertura
Elliott o los fondos americanos
Cerberus y
Graybull.
La maniobra de O'Leary, un especialista en llamar la atención, tiene otro destino:
Alemania. Una compañía como Ryanair, con 30 millones de pasajeros y 120 personas en su equipo de gestión no puede aspirar a hacerse con Alitalia, con 22 millones de pasajeros y un equipo de gestión de 2.000 (entre sus 12.500 empleados).
El objetivo de Ryanair, después de fracasar en Mónaco, es el mercado alemán, con un caballo de Troya,
Air Berlin, que tampoco ha querido salvar la emiratí Etihad (29%) y que está en insolvencia desde el 15 de agosto. Pero O'Leary tropieza con el propio Gobierno alemán, que prefiere a Lufthansa.
Air Berlin, como les hemos contado, es una
perita en dulce para las aerolíneas europeas, pero acabará entre varias manos, pero se mueve en un escenario complicado, sobre todo después del crédito de 150 millones del Gobierno germano.
Rafael Esparza