La vicepresidenta económica del Gobierno,Nadia Calviño, se presentó en la Comisión de Economía del Congreso bajo la premisa de todo aprendiz de dictador. Dice así: esta es la única política económica posible.

En España llevamos 35 años, desde el felipismo, con esa mantra. Llevado al extremo, esto acabaría con la democracia: si la respuesta a cualquier pregunta es sólo es una, ¿dónde queda el pluralismo?

España necesita una reducción del número de políticos y de funcionarios, justo lo contrario que pretende el dúo Sánchez-Iglesias

Y el paradigma de “la única política económica posible” se ha trasladado a otros ámbitos. Unas horas antes de la comparecencia de la vicepresidenta tercera, fue la vicepresidenta primera, Carmen Calvo, quien aseguraba que no hay atajos, no hay alternativa al estado de alarma y al confinamiento colectivo, es decir, al arresto domiciliario general. En pocas palabras: haréis lo que yo diga porque es lo único que se puede hacer.

Volvamos a Calviño que se toparía con la horma de su zapato en el portavoz económico de Vox, Rubén Manso. Ya he dicho otras veces que Vox no es un partido ultra sino que se distingue de todos los demás partidos del arco parlamentario por ser el único partido no progre del hemiciclo. Ni progre de derecha ni progre de izquierdas. Vox es católico -ojalá lo fuera más- y es liberal en economía. En filosofía, cristianismo y liberalismo son incompatibles, en economía no… siempre que ese liberalismo no degenere en capitalismo. Recuerden: capitalista es el partidario de la empresa y de los mercados no regulados, el liberalismo es el partidario de la propiedad privada. ¿Qué es lo mismo? Ni hablar. Recuerden el ejemplo de Chesterton: un carterista puede ser una gran defensor de la empresa privada pero nunca se le podrá considerar un gran defensor de la propiedad privada.

Más vale crear empresas públicas que nacionalizar las privadas

Además, el capitalismo, como el socialismo, adora lo grande, mientras el liberalismo opta por lo pequeño, por la pequeña propiedad privada.

Porque Rubén Manso sí planteó a Nadia Calviño una alternativa para la era post-coronavirus. Podemos resumirla  así: se trata de salvar empleos, no de crear subsidios.

Esa es la alternativa para el post-Covid19: si nos vamos a endeudar, al menos que sea para crear puestos de trabajo, no para alimentar perezosos. Incluso que sea para crear un nuevo INI, no un ingreso mínimo vital (IMV). Con todos sus problemas, si creas puestos de trabajo estás produciendo, si creas subvenciones públicas estás gastando sin rédito alguno. A lo mejor es necesario ayudar a los que se han quedado sin nada pero de forma temporal, porque siempre será mejor darles un empleo: el que no trabaje, que no coma.

Además, la política económica necesita una reducción del número de políticos y de funcionarios, justo lo contrario que pretende el dúo Sánchez-Iglesias. Por lo general, los políticos hacen tres cosas: crear normas para limitar la libertad de los ciudadanos, crear cargos y funciones para sí mismos y para sus asesores y aduladores, cargos y funciones que además, multiplican el número de elementos improductivos de la sociedad. O sea, el gasto público.

Para el PSOE-Podemos el primer mandamiento es: haréis lo que yo diga porque es lo único que se puede hacer

En definitiva, Vox apuesta por reducir el número de políticos y asesores de políticos en España. Sólo por eso merecen un aplauso. De entrada, Vox ya ha solicitado la reducción de los 22 (¿O son 23) ministerios actuales a 10. Sería maravilloso… aunque sólo supondría el principio de lo necesario.

Junto a ello, y asimismo frontalmente contradictorio con las doctrinas podemitas y las de sus nuevos discípulos, los socialistas de ‘Sanchinflas’: más vale crear empresas públicas que nacionalizar las privadas. En cualquier caso, el mensaje de Manso a Calviño fue este: para salir de la crisis del coronavirus tienes que crear empleos -si es necesario, públicos- siempre que sean productivos- no subvenciones públicas. Porque los del PSOE-Podemos no es más que el reparto de la miseria.