Este miércoles ha sido la entidad presidida por la señora Ana Botín la que con las cifras del cuarto trimestre ha confirmado los pésimos resultados que durante los trimestres anteriores venía avanzando la entidad.

Vamos a empezar con las cifras claves e iremos viendo más detalles, ya que en el pasado trimestre nos centramos en los deterioros contabilizados que evidentemente han lastrado la cuenta de resultados propiciando un resultado histórico de -8.771 millones de euros (M€) de pérdida atribuida. Ahora bien, es conveniente no obviar que sin plusvalías y saneamientos el resultado obtenido ha sido de 5.081M€, un 38,4% inferior al de 2019. Evidentemente, esto solo puede haber sucedido porque el negocio no sólo se ha visto afectado por la situación sanitaria.

En este sentido, podemos ver cómo en comparación con el 2019, el margen de intereses desciende un 9,3%, evidentemente por los tipos negativos y los 112M€ de moratorias concedidas en los primeros trimestres del ejercicio, pero no es excusa pues otras entidades han logrado crecer en este epígrafe. Las comisiones se reducen en un 15% por el descenso en las transacciones de los clientes, el ROF, por las ventas de carteras, y las coberturas de los tipos de cambio crecen 656M€ (+42,8%). El resto de los resultados de explotación se reducen en 497M€ por las aportaciones al FUR (Fondo Único de Resolución) y al FGD (Fondo de Garantía de Depósitos). Cubrir los depósitos es cada vez más caro. Así, el margen bruto desciende 4.894M€ respecto a 2019, un -9,9% en términos porcentuales. Todo esto a pesar de las facilidades de garantías crediticias, que en el caso de España ha concedido el ICO, a nuevos préstamos a empresas y a pesar del descenso del 2% en el volumen de préstamos en balance. Estas garantías y la reducción del crédito deben haber reducido las necesidades de fondos propios del grupo, lo que viene bien en tiempos de tanta incertidumbre.

Las políticas drásticas de control de costes y las reducciones conseguidas, como consecuencia de los confinamientos, en especial en el primer trimestre del ejercicio en algunas partidas, han permitido que la partida de gastos y amortizaciones haya sido un 9,9% inferior al 2019 (2.313M€), lo que no ha impedido una reducción interanual de 2.581M€ en el margen neto (-9,8%). Producto de esta política de reducción es la firma de un ERE para 3.570 trabajadores, 1.500 recolocaciones en otras empresas del grupo que conllevaría el cierre de 1.033 oficinas a corto plazo.

Con la que está cayendo a la vista de estas cifras, la señora Botín ha insistido esta mañana en la política de remuneración al accionista y anuncia que con cargo al pasado ejercicio pagarán 2,75 céntimos por acción. que es la cantidad máxima que permite el BCE en su recomendación del pasado diciembre

Del resto de la cuenta ya tenemos conocimiento. Durante los trimestres precedentes,12.173M€ de dotaciones para insolvencias, 2.852M€ más que en 2019 y 13.852M€ netos de plusvalías y saneamientos, en los que llaman especialmente la atención los 10.100M€ por deterioros de los fondos de comercio de sus negocios en otros países, donde destacan los 6.101M€ por el Reino Unido, los 2.330M€ por EEUU y 1.192M€ por el de Polonia. En este último caso, parece que hemos aprovechado un año en el que las pérdidas pasan desapercibidas para realizar, por fin, una limpieza de los fondos de comercio que todos sospechábamos sobrevalorados.

La rentabilidad del grupo, sin tener en cuenta plusvalías y saneamientos. ha descendido del 11,8% al 7,44% y por áreas geográficas, Europa del 10% al 5,48%, Norteamérica del 8,52% al 7,12% y Sudamérica del 20,58% al 18,07%. Llama la atención la rentabilidad del Reino Unido, que del 7,8% desciende al 3,85% y Argentina que es la única área que crece, del 22,20% al 26,24%. En cualquier caso, con estas rentabilidades el negocio de banca no es tanto negocio.

El ratio de morosidad ha descendido un 0,11% hasta el 3,21%, como en el resto de las entidades financieras, por los esfuerzos realizados en la cobertura de los saldos dudosos, que en el caso del Santander han pasado del 68 al 76%. El de solvencia CET1 ‘phase-in’ se sitúa en un 12,34% desde el 11,65% del ejercicio anterior.

La plantilla de empleados se ha reducido en el ejercicio en 5.230 y las oficinas cerradas ascienden a 716.

Con la que está cayendo a la vista de estas cifras, la señora Botín ha insistido esta mañana en la política de remuneración al accionista y anuncia que con cargo al pasado ejercicio pagarán 2,75 céntimos por acción. que es la cantidad máxima que permite el BCE en su recomendación del pasado diciembre, y se compromete a volver al pago de dividendos cuando el regulador lo permita, recuperando la cifra de entre el 40 y 50% del beneficio ordinario como dividendo en efectivo, cosa que prevén en un medio plazo.

En resumen: baja rentabilidad, mejora de solvencia gracias, en parte, a las garantías públicas, poco crédito a pesar de las inyecciones de liquidez del BCE y limpieza del balance que se disimula en el marasmo que ha sido 2020.