La bandera española y la ikurriña... en paridad de estima.
Pedro Sánchez es Zapatero II. Fue el PNV quien traicionó al PP y le colocó en Moncloa y ahora el lehendakari Íñigo Urkullu, presunto nacionalista moderado, le saca a Sánchez todo lo que puede: por ejemplo, la intocable, durante toda la transición, caja única de la Seguridad Social.
Y mientras Sánchez cedía frente a Urkullu en Moncloa, el comunista Pablo Iglesias, su socio de Gobierno en la sombra, se reunía con Kim Torra en Barcelona y ambos, burgués y comunista, hacían un juramento de sangre contra España. Es más, en una de sus más insignes contradicciones, Iglesias hablaba de que Cataluña y España podrían repartirse un solo Estado, un contrasentido entre el todo y la parte que sólo puede entenderse desde los… ‘valores republicanos’.
Pero la II República fracasó por su anticlericalismo, la III república de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias fracasará por su cristofobia
Cuando los capitalistas hablan de valores, todos pensamos en valores bursátiles, cuando Pablo Iglesias habla de valores republicanos todos pensamos en la III República, que, al igual que la II República, quería, ante todo, destruir y trocear España, porque España era sinónimo de monarquía católica (a veces lo fue y a veces no pero los marxistas nunca entraron en ese tipo de matices).
Todo este guerracivilismo zapateril de don Pedro Sánchez procede de la obsesión y único objetivos de ambos políticos socialistas: ocupar La Moncloa el mayor tiempo posible.
Mientras, los separatistas vascos (PNV en cabeza) y catalanes sacan tajada
Ahora bien, antes se precisa destruir España se necesita diluir, destruir, aguar, la fe cristiana de los españoles. Y eso, a pesar del páramo espiritual en le que parece haberse convertido España, es más difícil de lo que parece. Recuerden, la II República fracasó por su anticlericalismo, la III república de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias fracasará por su cristofobia.