• La avalancha de refugiados desborda a Hungría, que siembra dudas sobre su solidaridad: acelera la construcción de vallas y alambradas.
  • Y hoy, tras cerrarla, ha reabierto la estación de tren de Budapest pero impidiendo la entrada a los refugiados.
  • Pero es cierto que la solución debe ser de ámbito europeo, con cuotas justas y medidas equilibradas.
Europa vive la peor crisis de refugiados desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, desencadenada por la guerra de Siria y por la inestabilidad en Oriente Medio y el norte de África. Una inestabilidad y una crisis en gran parte originadas por las atrocidades de los yihadistas del Estado Islámico. Y es un problema que afecta a Europa en su conjunto, que deberá por tanto tomar medidas en su conjunto, como el reparto justo de cuotas de imigrantes. Y unas medidas que deberán guardar un equilibrio entre la solidaridad con los refugiados que huyen de la barbarie yihadista, un cierto orden a la hora de acogerlos y una cierta exigencia a los refugiados de respetar la idiosincrasia de los países occidentales a los que llegan. En ese contexto, cada día se produen noticias al respecto. Este lunes, por ejemplo, dos trenes cargados con cientos de refugiados llegaron a Austria y Alemania desde Hungría, después de que las autoridades húngaras les permitieran subir a los convoyes rumbo a este país y Alemania. Pero la situación parece que empieza a desbordar a algún país europeo. Por ejemplo, a Hungría, que ha recibido a unos 1.800 refugiados desde Serbia en las últimas 24 horas, 380 de ellos menores de edad, según datos ofrecidos por las autoridades y recogidos por Efe. El país pertenece a la zona Schengen de libre tránsito comunitario, y asegura que en lo que va de año han llegado más de 150.000 inmigrantes a su territorio. De hecho, este país centroeuropeo terminó el pasado fin de semana la construcción de una valla alambrada de metro y medio de altura y de 175 kilómetros de longitud en su frontera con Serbia, mientras que continúa con otra más sólida y de 4 metros de altura, cuyas obras se espera concluirán en noviembre. Hungría pretende así frenar la ola de refugiados que llegan desde Oriente Medio, a través de Turquía, Grecia, Macedonia y Serbia. Pero lo último que ha hecho Hungría es desalojar la estación internacional de tren de Keleti, en Budapest, donde centenares de refugiados esperaban para abordar alguno de los trenes con destino a Austria y Alemania. El tráfico ferroviario se ha interrumpido, según ha informado la compañía de transporte de Budapest BKK en las redes sociales y ha confirmado un reportero de AFP en el lugar. Aunque luego, la ha reabierto al tráfico de trenes este martes, tras haber quedado cerrada temporalmente, pero no se permite que los cientos de inmigrantes y solicitantes de asilo que se encuentran en su exterior puedan entrar, según ha informado la agencia de noticias húngara MTI. La Policía húngara ha hecho acto de presencia en la estación mientras en el exterior centenares de personas gritaban y coreaban lemas, sin que se hayan producido incidentes. La pregunta es si con medidas como esas Hungría demuestra solidaridad con los refugiados, tan necesitados de ella en este momento... Andrés Velázquez andres@hispanidad.com