- Los analistas ya apuntan a Credit Suisse, que da el perfil para que vayan de la mano.
- El director de banca corporativa y de inversión pone una condición: terminar el proceso de reestructuración.
- Deutsche Bank no descarta, además, retener Postbank, en vez de realizar una desinversión.
- Otra cosa es la guerra entre el BCE y el Bundesbank para que Draghi no inspeccione el 75% de la banca alemana.
El
Deutsche Bank no descarta un proceso de
fusión con un banco extranjero, aunque no se realizaría antes de que termine su
proceso de reestructuración, el mismo que puso el británico
John Cryan (
en la imagen) cuando tomó el mando a mediados de 2015. Vuelve así a escena el mismo banco, el primero de Alemania, con el que ya se especuló a propósito de una posible fusión con
Commerzbank.
Claro que esta vez, el portavoz no han sido los rumores de mercado, sino el director de banca corporativa y de inversión de Deutsche Bank en Europa,
Alasdair Warren, en declaraciones al diario germano
Handelsblatt. Los analistas y los inversores ya le han puesto un
novio,
Credit Suisse, una entidad con la que ya han especulado otras veces sobre la posibilidad de que fueran de la mano.
Warren, sin embargo, ha matizado que no habrá ningún paso en ese sentido "hasta que hayan logrado su objetivo"; es decir, el proceso de saneamiento que afrontan para volver a la
rentabilidad, tras años de excesos por
litigios y prácticas bancarias irregulares. La última, en EEUU por su
responsabilidad en la crisis de las subprime.
Warren, que fue hasta el año pasado responsable del sector financiero europeo en
Goldman Sachs, señala también que habrá
fusiones transfonterizas en Europa, pero antes, los bancos deberán afrontar procesos de
consolidación en cada país, algo que no cree que suceda en menos de cinco años.
Deutsche Bank no descarta tampoco retener su participación en
Postbank, en vez de realizar una desinversión, algo que ya se había anunciado previamente.
Los procesos de fusión, en cualquier caso, responden a la necesidad de tener un
negocio diversificado, con una posición relevante en todos los negocios. Esa era la razón de ser que
alimentó una fusión de Deutsche Bank y Commerzbank.
Y a ese escenario se añaden las
contradicciones en las que vive el sector financiero en Europa. Por un lado, está la presión del BCE a los bancos con una
política monetaria que está estrangulando sus márgenes de negocio con
tipos de interés en mínimos históricos del 0%. Y por otro lado, esos mismos bancos están en la diana de la
unión bancaria que quiere Bruselas.
Y a todo eso se unen finalmente, la peculiar situación de la banca alemana, con
un Bundersbank que se niega a que Draghi inspeccione sus bancos. La guerra, en este punto, es con el BCE por el control del 75% del sistema financiero.
La suma de Deutsche Bank y Commerzbank -los dos grandes- representa el 25% del negocio bancario alemán. El resto, un 75%, está repartido
bancos cooperativos, mutualidades (pocas, en los dos casos),
cajas de ahorro (un 37%), con propiedad pública, y sobre todo, los
landersbank, los bancos regionales de los Estados federados.
Rafael Esparza