• La compañía taiwanesa Foxconn ofrece 25.500 millones de euros por la unidad de chips.
  • El conglomerado japonés también estudia poner a la venta la TV doméstica no rentable.
  • Todo ello unas semanas después de que Westinghouse, la filial de energía nuclear en EEUU, se declarara en quiebra.
  • La multinacional japonesa se encuentra cada día más cerca del precipicio: presenta unas pérdidas de 4.900 millones en el tercer trimestre.
  • Tras varios aplazamientos y sin el aval del auditor PwC... se juega ser excluida de la bolsa.
No es ningún secreto la grave crisis financiera que atraviesa Toshiba, pero cada vez hay más pruebas de que la cosa puede ir a peor: desguace y posible quiebra. Eso sí, queda por ver qué hace el Gobierno japonés -mucho más celoso que el francés con sus empresas- para salvar el conglomerado que preside Satoshi Tsunakawa (en la imagen). En lo que respecta al desguace, la compañía taiwanesa Foxconn ha ofrecido 25.500 millones de euros por la unidad de chips, como ha adelantado The Wall Street Journal. Foxconn no es una compañía más, pues fabrica productos electrónicos y es responsable del ensamblaje de gran parte de los iPhone. Al mismo tiempo, Toshiba estudia vender la TV doméstica no rentable para aumentar su capacidad financiera, según ha avanzado The Japan Times. Todo ello se conoce unas semanas después de que Westinghouse, la filial de energía nuclear de Toshiba en EEUU, fabricante de la mayoría de los reactores nucleares españoles, se declarase en quiebra. La mala situación de esta filial se debe al incremento de los costes laborales y de construcción de proyectos por las nuevas centrales, agravando al mismo tiempo la crisis financiera de la matriz, Toshiba. Precisamente, este martes, ha llegado la última muestra de que el conglomerado japonés se acerca cada vez más al precipicio: ha presentado unas pérdidas de 4.900 millones en el tercer trimestre. Y ojo, porque lo ha hecho más de cuatro meses de retraso tras varios aplazamientos y sin tener el aval de su auditor (PriceWaterhouseCoopers -PwC-), por lo que se juega ser excluida de la bolsa. Eso sí, para que esto último aún falta: en Japón, las empresas tienen dos años para estabilizar su balance antes de que suceda. Ahora queda por ver qué hará el Gobierno japonés para no dejar caer a Toshiba, uno de sus buques insignia. No olviden que maquilló sus cuentas en 2015, provocando un gran escándalo en el país asiático y la renuncia del que entonces era su director ejecutivo y presidente, Hisao Tanaka. Pero Toshiba no es la única compañía japonesa que ha escondido, disimilado o falseado números, también lo han hecho Olympus, Takata o Mitsubishi. Tras la burbuja financiera de los 90, la crisis financiera y las secuelas del terremoto y el tsunami de 2011 (entre otras, el accidente nuclear en Fukushima), parece que todo valía para evitar la humillación de una empresa del Imperio. Pero de aquellos polvos vienen estos lodos, pues en 2015 el gobierno de Shinzo Abe implementó un nuevo código de gobernanza empresarial y, aunque ha habido progresos, aún queda mucho por hacer. Cristina Martín cristina@hispanidad.com