- La clave está en la composición del Consejo de Administración de la filial, con 5 independientes de un total de 8 vocales.
- De esta forma, los bancos no disfrutarán de la prima de control, de cara a una venta.
- Abascal y Seage creen que los acreedores no tienen nada que hacer: Atlantica Yield tiene sede en Londres y cotiza en Nueva York.
- Cuentan así con el apoyo de la legislación concursal británica y para el regulador bursátil americano (SEC) son 'independientes'.
- Los bancos, sin embargo, irritados, consideran que Atlantica Yield sigue siendo una filial de Abengoa.
Las negociaciones entre los
bancos acreedores y
Abengoa tropiezan ahora en la filial americana, rebautizada la semana pasada como
Atlantica Yield, que marca distancias, a su vez, para que la situación de preconcurso de la matriz le golpee lo menos posible. Todo es sorprendente en la peculiar novela por entregas de la energética andaluza.
Es ahí precisamente, en Atlantica Yield -la denominación, fonéticamente muy hispana, aunque sin acento en la segunda 'a' de Atlantica, para no despistar al inglés- donde está el nuevo punto de fricción. Tengan en cuenta que la mayor parte del 40% que posee Abengoa en esa filial está pignorado por los bancos, cuya aspiración es poner ese porcentaje sobre sobre la mesa antes o cuando el grupo entre en concurso de acreedores. En concreto, está pignorado por los bancos y bonistas hasta un 36% de ese 40%.
Ahora bien, todo eso se puede truncar si los bancos pierden la prima de control de cara a una venta. Y es precisamente en esa línea en la que están trabajando tanto el presidente ejecutivo de Abengoa,
José Domínguez Abascal, como el consejero delegado de la ahora llamada Atlantica Yielg,
Santiago Seage (
ambos en la imagen). Para los bancos es una
traición, ya me entienden.
Abascal y Seage han hecho piña contra los Benjumea para liberar a Atlantica Yield de la situación crítica de la matriz, y es, paradójicamente, el único punto en el que se encuentran con los bancos acreedores: el rechazo a los
Benjumea.
Unos y otros, por diferentes motivos, tienen a los Benjumea enfilados. En el caso de los bancos se lo explicábamos el pasado viernes, 8.
La banca no se fía de los Benjumea y rompe con ellos por los sustos que teme encontrarse hasta que el grupo entre en concurso, como el crédito sindicado de 100 millones, no amortizado en diciembre, a una de las patrimoniales de la familia de la que depende el control de los Benjumea, con el 57,4%, de Abengoa.
Los detalles se los dimos entonces. La banca
cedió y ejecutó una parte de las acciones, la B, sin derecho a voto -lo más parecido a una capitalización de deuda-, para que los Benjumea mantengan el control. Ojo, pero
lo hizo de muy mala gana y temiendo que el precedente se repetirá por la complejidad de saber cuánto debe Abengoa y cómo lo debe y a quién. KPMG ha prometido que a final de enero lo sabrá. Veremos.
Las razones de Abascal y Seage para
aparcar a los Benjumea son de otra índole. Los han dejado de lado porque están cansados de ellos, como de todo el equipo gestor anterior, que ha llevado la compañía a la ruina con un plan de negocio que se estrelló contra la cruda realidad de su elevado endeudamiento.
Domínguez Abascal fue el hombre de consenso encontrado por la banca para sustituir a
Felipe Benjumea en la presidencia ejecutiva del grupo. Así sucedió tras la
espantada de los vascos de Gestamp. Y el relevo corrió en paralelo a Santiago Seage, que asumió el mando de Abengoa Yield a finales de noviembre, apartándose así de matriz. Volvía, por tanto, a liderar esa filial, que conoce bien: la dejó en mayo para sustituir al dimitido Ceo anterior,
Manuel Sánchez Ortega.
Abascal y Seage están coordinados ahora para apartar los más posible a Atlantica Yield, con la intención de que los bancos no se la
coman. Confían en que eso no sea posible por dos motivos: tiene su sede en Londres y cotiza en la Bolsa de Nueva York (en el índice
Nasdaq, en concreto). Cuadra así, mucho mejor, el regreso a EEUU de Seage.
No olviden que relación mercantil entre Abengoa y su filial es legalmente de independencia de la matriz, aunque cotice en Nueva York,
y así se detalla en los contratos entre ambas compañías presentados ante el regulador bursátil americano, la Securities and Exchange Commission (
SEC).
Es verdad -y lo saben tanto Abascal como Seage- que el 40% de los títulos de Yield son de Abengoa y han servido de aval en las negociaciones con los bancos y con los bonistas, pero eso no quita que lo vayan a intentar todo para preservar la codiciada pieza. Cuenta para ello con la
venia de la legislación británica, por un lado, y con que el 60% de la compañía cotiza libremente en bolsa (
free float) y no está controlado por ningún accionista o fondo de forma estable.
Sitúen ahí, por ejemplo, la composición de Consejo de Administración de Atlantica Yield, en la que
cinco de los ocho consejero son independientes (sólo tres representan a Abengoa), con lo cual quedan de maravilla ante el regulador de turno.
Y la herramienta, en los planes de Abascal secundados por Seage, es la propia legislación británica, que se erige así como guía en el proceso que pueda seguir Yield, al margen del preconcurso en el que está Abengoa y su deriva si entra en concurso. En otras palabras, que es el Consejo de Administración con mayoría de independientes quien impondrá la estrategia, no la matriz española.
En suma,
Atlantica Yield sigue con sus planes, con sus proyectos, con sus previsiones de facturación o Ebitda, al margen del maltrecho devenir del grupo andaluz.
Claro, para la banca esto y la tomadura de pelo suenan muy parecido. Su intención, por supuesto, será hacer valer lo suyo, lo pignorado, para no perder su prima de control. Pero son conscientes, en paralelo, de la
maniobra para
apartar a Yield de las negociaciones con
Abengoa.
Abengoa Yield -ahora Atlantica Yield- era, además, una de las garantías que lograron incluir en las negociaciones de diciembre para prestar a Abengoa 113 millones de euros. En principio, no era posible porque ya
era garantía para los bonistas. Eso fue posible gracias a un dictamen favorable del bufete de abogados norteamericano Sullivan, contratado por los acreedores, que encontró el hueco legal que lo permitía según la legislación de EEUU. Concluía que era posible porque el garante de las acciones de Yield es la propia Abengoa.
Es más, Abengoa Yield formaba parte de todos los activos vendibles y por vender en la hoja de ruta de los bancos para evitar la liquidación de Abengoa. Eran sus planes: que
Abengoa sobreviva, pero muy jibarizada, con un perímetro sustancialmente inferior al que tiene actualmente.
Rafael Esparza
rafael@hispanidad.com