- No se conoce el coste del dinero que aportan los fondos y lo poco que se conoce es para echarse a temblar.
- Parece que el Gobierno ayudará a través del Cesce forzando las competencias del Cesce.
- Y lo peor: como el coste de la aportación del nuevo dinero (en torno a 500 millones) sea al mismo que la anterior, estamos aviados.
- Y es que cuando en una negociación preocupan más los avales que el crédito: malo. Significa que el crédito será fallido.
- El calentón bursátil de Abengoa se mantiene tras la subida del 17% del jueves sin ninguna notificación oficial.
La bolsa es, una vez más, la única realidad viva que da por hecho un acuerdo entre los
hedge funds y los acreedores para salvar
Abengoa. Es lo único que explica el calentón del valor. A las subidas del jueves (17%) se suman los avances de este viernes, en torno al 7%. ¿Tienen fundamento?: ningún otro que la mera especulación sobre las expectativas de la inminente firma del acuerdo, del que no se conocen detalles, que es lo esencial.
Y es que Abengoa no depende tanto del plan de rescate en sí como de las condiciones que se concreten en ese plan y de las que depende el futuro de la tecnológica andaluza.
Puede sobrevivir jibarizada a duras penas o quebrar.
Lo único claro es el reparto del capital de la nueva inyección de dinero que recibirá Abengoa, sobre los supuestos de un plan de negocio más adelgazado, que depende del apoyo del 75% de los
acreedores, y una previsión de beneficio para ir tapando el enorme desaguisado de la
deuda corporativa.
Según ese reparto, el 50% corresponde a los
hedge funds, (con estos apellidos:
Abrams Capital, The Baupost Group, Canyon Partners y
Oaktree, D. E. Shaw, Elliott y
Värde), el 40% para los acreedores anteriores, el 5% para los que pongan los avales (una novedad) y el 5% restante para los antiguos propietarios, entre ellos la familia
Benjumea.
Pero ¿cuáles serán las condiciones del dinero prestado (el nuevo y el anterior)? De esta espinosa cuestión depende lo demás. La
asfixia financiera de Abengoa por los intereses y exigencias puede ser tal, que sencillamente condicionen su viabilidad por muy valiosos que sean sus activos. Baste recordar que las primeras aportaciones de los fondos y de los bancos acabaron con una carga financiera del 25%.
Sí parece que el Gobierno se ha implicado al meter en el saco para los avales al Cesce, la agencia de crédito para la exportación en la que el Estado tiene un 50%. Esos avales, en su conjunto pueden estar en 250 millones de euros.
No deja de ser una solución de urgencia por las exigencias de los
hedge funds, que quieren quedarse con los mejores avales (léase
Atlantica Yield, que
vuelve al dividendo).
Y para compensar las quejas de los bancos por la cuestión, llega el regalo disfrazado de seguro del
Cesce, que apoyaría con su garantía y
pólizas blandas los avales bancarios. Ojo, pero el Gobierno fuerza así las competencias del propio Cesce: no se trata de garantizar
exportaciones, sino el pago de deuda corporativa. Mal asunto, además, que en una negociación como la salvación de Abengoa preocupen más los
avales que el crédito. En otras palabras, si lo temen los acreedores es que hay indicios serios de que ese préstamo puede ser fallido. Y a eso añadan que tampoco se sabe en qué condiciones de permanencia harán su aportación los fondos. No suelen aguantar mucho o dejarían el balance en
pan para hoy, hambre para mañana.
De la deuda corporativa, el problemón, surge otra cuestión, también espinosa: ¿cuál es el beneficio que se va generar para poder pagarla? Entre los activos que pueden hacerlo está el
Tercer Tren, una de las joyas de la corona, una planta de cogeneración en México que produce electricidad y vapor (de hecho, 220 millones de la nueva inyección de liquidez son para este proyecto); el 40% de
Atlatica Yield, propiedad de Abengoa, que cotiza en el
Nasdaq, y las plantas de
bioetanol, especialmente las plantas de Estados Unidos, España y Francia. El bioetanol vale más con el petróleo más caro. El plan de ventas no afecta a ninguno de esos activos, que irán aumentando de valor. En eso están de acuerdo todos, a pesar de las prisas de algunos y de las reticencias de otros.
Rafael Esparza