Contábamos ayer que la Generalitat de Quim Torra sancionará al Obispado de Barcelona por el irresponsable delito de haber celebrado un funeral por las víctimas en la Sagrada Familia. 

Ahora es contra la jerarquía, pero me temo que aún falta el ataque más directo, contra la Eucaristía y con tal institución eclesial, está última menos importante que la primera.

Por decir algo, ayer también contamos la protesta del Obispado tarraconense porque el anticlericalismo catalán camina más rápido que el nacional. Ya saben que los ataques a la Iglesia, que en el Gobierno nacional lleva Carmen Calvo, tienen dos alfileres: IBI e inmatriculaciones. Esta última supone una desamortización de los bienes eclesiásticos. Ese es caso de Tarragona, donde el obispado ha tenido que recordar que una catedral suele haber sido construido por la Iglesia y por tanto, es propiedad de la Iglesia. Es decir, que todos los bienes apuntados como propiedad de la Iglesia sólo lo son… porque son bienes de la Iglesia. ¿O es que la catedral de Tarragona la construyó CiU?

Aquellos obispos que pensaban que cediendo, cediendo, siempre cediendo, podían conseguir amenazar a la fiera socio-podemita, ahora ya saben que no es así

Respecto al IBI, más de lo mismo. Si la Iglesia tiene que pagar IBI, de acuerdo, pero que también la paguen los partidos políticos, los sindicatos, los clubes de fútbol, etc. O todos o ninguno.

Lo del IBI, además, tiene muy mala leche, porque la Iglesia tiene los mejores suelos en todas las poblaciones españolas, los que, en principio, más tributan. Y no porque sea rica sino porque es vieja. Meter al IBI en danza es, sencillamente, arruinarla. ¿Cuánto IBI tendrá que pagar la catedral de la Almudena? ¿Y el vecino Palacio Real, si le sometieran a la misma prueba? ¿Y el Palacio de La Moncloa?

Cobrarle el IBI a la Iglesia es asfixiarla económicamente, no permitirle poner a su nombre lo que ya es suyo es, sencillamente, un robo, como los fueron las desamortizaciones eclesiásticas del siglo XIX. Lo mismito. Insisto: ¿Quién puñetas puede ser el propietario de una catedral? 

En cualquier caso, ambos casos se han dado en Cataluña porque la persecución directa contra la Iglesia, contra la jerarquía eclesiástica, ya ha comenzado en España. Aquellos obispos que pensaban que cediendo, cediendo, siempre cediendo, podían conseguir amenazar a la fiera socio-podemita, ahora ya saben que no es así.

Pero más grave que el IBI o las inmatriculaciones, que, a fin de cuentas, es una cuestión de dinero -es decir, una cuestión menor-, resulta la multa de Torra que, económicamente, no podrá representar mucho, por la Eucaristía celebrada en la Sagrada Familia en memoria de las víctimas del Covid-19. Porque la profanación es el signo de nuestro tiempo y prohibir la Eucaristía es mucho más que anticlericalismo: es cristofobia pura y dura. Esa norma es injusta, venga de Sánchez, de Torra o de quien sea. Y no, no hay que obedecer la ley injusta, hay que arriesgarse a la sanción o al castigo.