Decía Santa Faustina Kowalska que Dios se esconde en un trozo de pan para no asustar al alma “con su grandeza”. Para ser exactos, la polaca de la Divina Misericordia lo contaba así en su Diario:

Te has ocultado en esa Hostia,

Ocultando tu Divina Majestad y tu Belleza.

Lo haces para darte entero a mi alma

y para no asustarla con tu grandeza.

Y todo esto viene a cuento, al cuento periodístico, de que los curas españoles no aguantan más y ya están pidiendo a sus obispos la vuelta a la Eucaristía. Porque, no quiero insistir ni resultar pesado, pero resulta que el Gobierno socio-podemita sí ha prohibido de hecho la Santa Misa, pero no de derecho. Y eso ya supone una considerable hipocresía, que sólo la puede empeorar la actitud de la mayoría de los obispos españoles, que han ido más allá aún que el Gobierno Sánchez-Iglesias y han cerrado los templos.

Y es que las palabras de Francisco sobre la necesidad de culto abierto sacuden al clero español. El Papa ha clamado contra una iglesia virtual… la decretada en España y en otros países del mundo, porque la jerarquía no se ha atrevido a enfrentarse al poder político… y muchos sacerdotes sí.

El sacerdote deja de serlo cuando deja de creer que el pan que toma en sus manos es el mismísimo Dios

La cuestión no es baladí. No olvidemos, volvemos a santa Faustina, que el sacerdote deja de serlo cuando deja de creer que el pan que toma en sus manos tras la consagración es el mismísimo Dios, con su cuerpo, sangre, alma y divinidad. Créanme: toda crisis sacerdotal comienza justamente ahí.

La vida cotidiana del sacerdote consiste en su dedicación a dos maravillas durísimas de practicar: administrar la confesión y la comunión. No es de extrañar que clamen contra sus pastores, que les han dejado solos,

Otrosí: los católicos formamos una religión sacramental. Nadie puede impedirnos la libertad religiosa, pero sí la libertad de culto. Claro, nadie puede impedirnos que hagamos oración pero sí puede impedirnos que recibamos la comunión.

Los católicos formamos una religión sacramental. Nadie puede impedirnos la libertad religiosa, pero sí la libertad de culto. En ello estamos

Y si nos confinan en casa tendremos que violar la ley, ir a la Iglesia clandestina, que es lo que está surgiendo en España. Pero llamar democracia a esto es cosa de mucha risa.

Por cierto, repasen ustedes si algún partido político de derechas (Vox, PP, Ciudadanos) ha insistido en este punto, en la prohibición de hecho de las eucaristías. Yo diría que ninguno.