Los miembros del Gobierno no dejan de sorprendernos con sus lecciones, intenciones y rectificaciones. La última en hacerlo ha sido Magdalena Valerio, dispuesta a dar una clase magistral sobre la belleza del diálogo. Y es que el pasado jueves, no tuvo el más mínimo reparo en afirmar que “una vez que se han debatido los asuntos y que se han dialogado, el Gobierno tiene que gobernar”.

Así, la ministra de Trabajo ha defendido que tiene la última palabra, por ejemplo, en la contrarreforma laboral. Aunque para quedar bien, reconoció que las negociaciones están avanzadas, eso sí, metiendo el dedo en el ojo a la patronal: “con más acuerdo de los sindicatos que de los empresarios”. Y también con un cierto aviso: no descarta legislar en algunos casos sin el apoyo empresarial, como en el tema del registro obligatorio de la jornada laboral de los trabajadores.  

Pero por si Valerio necesitara aplaudidores, los sindicatos no se han hecho esperar. El primero, CCOO, que aseguraba que había un preacuerdo, algo que fue negado por el Gobierno, y después, UGT, tras el enfado de la CEOE, negando la existencia de mesas bilaterales entre Moncloa y sindicatos.

Parece que una cosa es la foto (como la que se hizo la mesa de diálogo social el pasado lunes) y otra lo que se haga para cambiar aspectos de la reforma de Fátima Báñez. En concreto, por ahora, se habla de estos: 

  • recuperación de la ultraactividad de los convenios colectivos
  • prevalencia del convenio sectorial frente al de la empresa
  • registro obligatorio de la jornada laboral
  • recuperación del subsidio para mayores de 52 años
  • regulación del artículo 42 del Estatuto de los Trabajadores estableciendo límites a la subcontratación: obligando a las empresas auxiliares a adoptar el convenio sectorial o el de la empresa principal

La patronal está en contra, sobre todo, de los tres primeros y pregunta de dónde van a salir los fondos para el cuarto aspecto. ¿Qué se apuestan a que salen todos adelante?