Sí, Cristina Cifuentes me cae gorda. Y cuando más gorda me cayó fue cuando, en plena ensoñación -quizás delirio- progresista, lanzó, como presidenta pepera de la Comunidad de Madrid, dos normas -una para la escuelas, otra para el púbico en general- en defensa de la diversidad. Un maravilloso eufemismo que acaba, por ejemplo, en que tu hija de cinco años llegue a casa y te pregunte si ella es un niño o una niña.

Oiga, y fue la señora Cifuentes quien llevó a la Fiscalía -al parecer, le quería en al cárcel- al director del colegio Juan Pablo II de Alcorcón (Madrid), Carlos Martínez. En su ensoñación progre, Cifuentes, un producto del nuevo PP -siempre hay una novedad ‘fundacional’ en Génova- no podía permitir que el director de un colegio católico se negara a que grupos gays ‘instruyeran’ a los niños desde la educación infantil.

No, no me cae bien doña Cristina Cifuentes. Naturalmente, los derechistas progres suelen durar poco en el partido, no porque les expulsen los conservadores o tradicionalistas, sino porque las expulsan los progres de otra facción progre.

Además, el progresismo es, de suyo, relativismo, por lo que nunca se sabe si lo que hoy resulta políticamente correcto lo será mañana. El problema de la vanguardia es que se convierte en retaguardia en días.

Pero claro, Cristina Cifuentes ha pasado de la ensoñación progre al ensañamiento de los progres con su persona. Vamos, que me está dando pena, esta chica.

La mañana del viernes ha sido aprovechada por RTVE para retrasmitir en directo, como si se tratara del Juicio del Procés, el interrogatorio contra la presidenta madrileña Cristina Cifuentes quien, al parecer hizo trampas en un master. Sánchez hizo trapas en su tesis y ahí le tienen en Moncloa.

Y el fiscal pide más de 3 años de cárcel para Cifuentes… ¿por hacer trampa en un trabajo de fin de master? Que es cosa fea, lo sé, pero, ¿esto no es ensañamiento con la señora Cifuentes?