Los resultados del primer semestre, presentados el pasado jueves, han encendido las alarmas en Google. El gigante de internet ganó un 11% menos, hasta los 32.438 millones de dólares, a pesar de facturar un 17,5% más, hasta los 137.696 millones, por culpa de los costes operativos, que se dispararon un 20%.

Sundar Pichai, Ceo de Google, no está precisamente satisfecho y el viernes se dirigió en estos términos a los 174.000 empleados del grupo: “Deberíamos pensar en cómo podemos minimizar las distracciones y elevar el nivel tanto de la excelencia del producto como de la productividad”.

En otras palabras, la productividad no está donde debería estar y hay que encontrar la manera de aumentarla, lo que pone en la picota el modelo de oficina implantado en su día por el buscador. Mesas de ping pong, futbolines, espacios de relax… todo pensado para potenciar la creatividad de los empleados, supuestamente.

Pero ahora el Ceo exige “minimizar las distracciones” ante un futuro económico “desafiante, con más incertidumbres por delante”. ¿Será el final de los pufs de colorines? Podría ser, pero en una época en la que hay estudios de todo tipo, también existen los que aseguran que las mesas de ping pong aumentan la productividad de los trabajadores.

A lo mejor lo que hace Pichai es todo lo contrario y compra más futbolines. No descarten nada. De momento, lo que está claro es que la cúpula de Alphabet, matriz de Google, se ha puesto nerviosa tras la caída del beneficio. Y eso que Google tiene el monopolio de la publicidad en internet y es, además, parásito, ladrón y censor, es decir, un modelo empresarial en toda regla.