Un buen banco no es aquel que tiene mucho capital sino aquel que tiene poca morosidad. La negación de este principio básico de la regulación bancaria desde la crisis financiera de 2007 ha llevado a inventar todo un conjunto de nuevos instrumentos financieros -acuérdense de las participaciones preferentes, de infausta memoria- que, más que engrosar el capital lo que hacen es encarecerlo.

De esta forma, los sistemas bancarios están convirtiéndose en una especie de conglomerados piramidales donde el dinero nuevo sustituye al antiguo ya consumado y donde resulta imperioso llamar al mercado para cubrir un déficit de recursos propios cada vez más caros y cada vez más difíciles de rentabilizar.

En una fusión en paridad pierde todo el mundo, en una fusión por absorción gana el CEO de la absorbente y pierden sus empleados... y todos los absorbidos: dirección y plantilla

Y cuando el agua llega al cuello... pues va uno y se fusiona. Por ejemplo, el agua llegó al cuello de uno de los gigantes de la banca suiza, el Credit Suisse, y entonces hubo que entregarle el regalo a un UBS quien, naturalmente, aprovechó la ‘tremenda crisis’ para decirles a los accionistas, así como a los titulares de renta fija convertible que lo sentía mucho pero que su dinero se había esfumado.

Pero no se trata del caso extremo del Credit, banco en crisis. Se trata de que en toda Europa los emisores de CoCos empiezan a no tener prisa en amortizarlos, una forma de hacerse trampas en el solitario... y en el mus, porque los perjudicados suelen ser los titulares de CoCos. No vamos a llorar porque los cocos son para iniciados, o para ricos tontos, mientras que las preferentes se colocaban a clientes modestos.

Lo que recuerda aquello de que “si fusionas dos bancos malos, tendrás tres problemas”. Anuncia el despido de 3.000 trabajadores mientras presenta beneficios récord

Y todo esto no quita que el pasado jueves 31, Sergio Ermotti, el CEO de UBS, presentara unos resultados esplendorosos tras absorber a Credit Suisse, rey de los CoCos. Lo que demuestra dos cosas: los bonos contingentes convertibles constituyen la nueva tomadura de pelo de la solvencia bancaria, porque resultan más contingentes que convertibles. Así que esto, prevengo, que diría Forges, acabará mal. Basta con que el emisor retrase indefinidamente la amortización de los títulos como para, según evolucione el mercado, meta en un brete a los tenedores. Entre otras cosas porque se basan en el precitado y absurdo principio de que los bancos grandes siempre son buenos bancos. 

Y lo de UBS también demuestra que, en una fusión en paridad pierde todo el mundo, en una fusión por absorción gana el CEO de la absorbente y pierden sus empleados, porque Ermotti ya ha dicho que preparan nuevas salidas de personal. Ya saben, el Credit está en crisis. Cierto, pero ninguna fusión supone una solución. Sólo sirven para justificar recortes draconianos de gasto y así mejorar, de repente y como por ensalmo, el resultado. Pan para hoy y hambre para mañana.

Y todo lo anterior nos lleva a aquello de que “si fusionas dos bancos malos, tendrás tres problemas”. Ermotti ha anunciado el despido de 3.000 trabajadores mientras presenta beneficios récord.