Decíamos que Talgo supone el penúltimo fracaso del Gobierno Sánchez por querer hacer política interviniendo empresas (y ojo, no sólo públicas y semipúblicas -donde tendría cierto pase-, sino también privadas). Pues bien, conviene preguntar al fabricante ferroviario ¿cui prodest? Ya saben, esta expresión del latín que se puede traducir como ¿quién se beneficia? en todo este tema... Claro que la respuesta, en parte, se conoce: el fondo Trilantic, el intervencionista PedroSánchez y el Gobierno vasco sacarán tajada, aunque no todas tienen por qué ser del mismo tamaño.

Aún no se ha formalizado el preacuerdo de la venta del 29,8% del capital de Talgo al consorcio vasco formado por Sidenor y sus socios (el fondo público vasco Finkatuz, la Fundación Bancaria BBK y la Fundación Bancaria Vital) en acuerdo... y el tiempo apremia porque el plazo acaba este mes. A pesar de la manifestación de Central Sindical Independiente y de Funcionarios (CSIF), el sindicato mayoritario en Talgo, las cosas no se han movido mucho...

Eso sí, están creciendo los rumores de una posible entrada de la SEPI (o sea, del Estado) en el fabricante ferroviario que preside Carlos de Palacio y Oriol y tiene como consejero delegado a Gonzalo Urquijo. Y el Gobierno Sánchez tendría la excusa perfecta para hacerlo: la siderúrgica vasca que lidera José Antonio Jainaga no resolverá el problema de capacidad industrial de Talgo para hacer frente a sus pedidos, y encima ahora también debe afrontar dificultades dentro de su propio sector por el impacto de los aranceles al acero impuestos por el presidente de EEUU, DonaldTrump. Además, sería una nueva excusa que sumar a la que ya tenían desde hace mucho tiempo: la defensa de una empresa que consideran estratégica por su tecnología de ancho variable.

Por el momento, se rumorea que la SEPI podría conceder un crédito a Talgo para facilitar el pago de la multa de 116 millones de euros que le impuso Renfe por el retraso en las entregas de los trenes Avril.... y que ha lastrado los resultados de Talgo, que ha tenido números rojos (en concreto, de 108 millones en 2024). Al parecer, el préstamo participativo convertible de la SEPI podría ascender a 150 millones y así permitir que el fabricante ferroviario saneara sus cuentas para optar a contratos. Y no olviden que si se confirma un préstamo de dicho tipo, el Estado recibirá intereses sobre el mismo y podrá elegir entre la devolución del dinero prestado o bien convertirse en accionista, claro que esta última opción también es obligada en caso de que Talgo no pueda devolver el préstamo y abonar los intereses correspondientes en el plazo pactado. Eso sí, todo debe hacerse con mucho cuidado y bien... para que Bruselas no lo considere una ayuda de Estado.

En el entretanto, unos y otros marean la perdiz. ¿No sería más sencillo que la SEPI entrara en el capital de Talgo... y punto? De hecho, la capitalización bursátil del fabricante ferroviario asciende a 385 millones, así que la incorporación en su capital le saldría bastante más barato al Estado que las entradas en Indra y en Telefónica

Hace unos días, el consejero vasco de Hacienda y Finanzas, Noël d’Anjou, afirmó que las condiciones del preacuerdo podrían variar y se incluye “la incorporación de la SEPI”. También se mostró convencido de que se culminará el citado preacuerdo: “La operación está próxima a cerrarse. Es complicado precisar una fecha exacta, pero las condiciones para finalizarla en breve están avanzando. No habló de un cierre inmediato, sino próximo”.

En el entretanto, unos y otros marean la perdiz. ¿No sería más sencillo que la SEPI entrara en el capital de Talgo... y punto? De hecho, la capitalización bursátil del fabricante ferroviario asciende a 385 millones, así que la incorporación en su capital le saldría bastante más barato al Estado que las entradas en Indra (donde se hizo con el 28%... y tiene sentido, sobre todo, por la parte de Defensa... y más ahora en pleno contexto de rearme) y en Telefónica (aquí el Gobierno, con la excusa de la llegada de los saudíes, compró -con dinero de todos los contribuyentes, por supuesto- el 10% del capital y hasta cambió al presidente). No hay que olvidar que Moncloa vetó la OPA de los húngaros del consorcio Ganz-Mavag por sectarismo ideológico, llegando a aludir a la cuestión de la seguridad nacional; intentó que Criteria Caixa entrara en capital pero no lo logró; y llegó a buscar nuevos socios (los vascos de Sidenor, los polacos de Pesa y los indios de JupiterWagons -que tienen entre sus accionistas a los eslovacos de Tatravagonka-). Sin embargo, sólo con los vascos cuajó más el tema y se llegó a un preacuerdo para la venta del 29,8%... así el fondo Trilantic podría irse de Talgo, como lleva queriendo hacer desde hace tiempo.

Los resultados de Talgo en el primer trimestre también arrojaron pérdidas, aunque pasaron más desapercibidos al anunciarse un ‘megacontrato’ de 2.400 millones con Flix. Pero ojo, fuentes del sector señalaron a El Economista que los húngaros (cuya OPA fue vetada por Moncloa) podrían ayudarle a fabricar los 65 trenes de alta velocidad encargados por el citado gigante del transporte alemán. Si Talgo es tan estratégica como el Gobierno presume por su tecnología de ancho variable debería contar con más financiación para levantar nuevas fábricas o ampliar las existentes para afrontar sus pedidos... y solucionar su problema de capacidad industrial... y  no depender de alianzas con otras empresas del sector. ¿O no?