
Es curioso como en ocasiones una noticia se interpreta siempre, por todo el mundo, en la misma dirección, algo que no suele ocurrir con asiduidad. Es lo que ha pasado con el cese de Pepa Bueno como directora de El País, sustituida por Jan Martínez Ahrens. Todos coinciden: Amber Capital, ese misterioso inversor, cuyo verdadero propietario todos desconocen, pero representado por el franco armenio, Joseph Oughourlian, ha decidido que a Pedro Sánchez le queda poco tiempo en Moncloa. La verdad es que hay discrepancias sobre este punto, pero lo importante es que, ahora mismo, existe la creencia general de que ni tan siquiera un ególatra como el actual inquilino de La Moncloa puede soportar tantas acusaciones de corrupción y tanta desafección pública.
El caso es que Oughourlian ha cesado a la gran valedora del Sanchismo, la directora de El País, Pepa Bueno, y amenaza con dejar en el dique seco a la conductora del matinal de la Cadena SER, Angels Barcelo.

Recuerden que el rosario de ceses en PRISA empezó con la defenestración de José Miguel Contreras y del presidente de PRISA Media, Carlos Núñez. Estamos en una espiral que tuvo su punto más retorcido con el famoso artículo de Oughourlian, acusando a Sánchez de ser un enemigo de la libertad de expresión: a este chico se le ocurren unas cosas muy raras.
Son, o eran, los dos puntales periodísticos de La Moncloa: la hasta ahora directora de El País y la coordinadora de las mañanas de la SER, Pepa Bueno y Angels Barceló, respectivamente, ambas activistas pro-Sánchez
Naturalmente, siempre los hay más prosaicos, aquellos que interpretan la decisión de Oughourlian en un tono mucho más pecuniario. Amber ha invertido en la participación de control de PRISA (29,9%), unos 300 millones de euros, eso supone valorar PRISA en más de 900 millones de euros. Para una compañía de patrimonio neto negativo... cualquier editor se jartaría de reir.
Sea como fuere, todo indica que los jefes de Oughourlian, sean quienes sean, apuestan por un cambio en La Moncloa. Les veo demasiado optimistas.
Lo que está claro es que el prestigio de la prensa no atraviesa su mejor momento.