El aumento de la deuda pública es una huida hacia delante que en algún momento tendrá que parar. Cuando más tarde lo haga, peor
La de este miércoles ha sido la tercera colocación sindicada de deuda a largo plazo, ajena al calendario oficial y dirigida únicamente a inversores institucionales, tras la del 10 de enero (15.000 millones en obligaciones a 10 años) y la del 6 de febrero (6.000 euros en obligaciones a 30 años). Esta vez han sido 10.000 millones en un bono a diez años, con un cupón seis puntos básicos superior al interés actual del bono a 10 años en el mercado secundario (3,37%).
La demanda ha sido de 125.000 millones, lo que ha permitido reducir el interés, que comenzó la subasta un 0,08% superior al del mercado secundario.
Sea como fuere, no es una buena noticia, porque suponen otros 10.000 millones de euros más de deuda que tendrán que devolver los contribuyentes, restando ese dinero de otros proyectos. Conviene recordar que la deuda pública española superó en febrero, por primera vez, los 1,6 billones de euros.
Por eso, de ninguna manera esta colocación puede considerarse un éxito. Lo que sí sería un éxito, o el principio del éxito, es que se redujera la deuda. Claro que eso requiere de un paso previo aún más importante y aún más improbable actualmente: reducir el gasto público.