Hace casi un mes, Emmanuel Macron se salió con la suya devolviendo al cajón el proyecto para acabar el gasoducto MidCat. En su lugar, acordó con Pedro Sánchez y Antònio Costa un nuevo gasoducto que fuera submarino y uniera Barcelona y Marsella (por eso se le ha denominado BarMar) primero llevando gas y más adelante hidrógeno. Sin embargo, este nuevo tubo no resolverá la seguridad de suministro a corto y medio plazo, ni será la solución más barata, porque será más caro que ampliar las plantas de gas natural licuado (GNL) francesas, según fuentes del sector.

Por ahora, el BarMar es un proyecto del que se conocen pocos detalles y habrá que esperar a la cita entre los presidentes de Francia, España y Portugal que tendrá lugar el próximo diciembre en Alicante. Enagás, compañía gestora del sistema gasista español y transportista de gas, en su plan estratégico refería que elevaría las interconexiones: sumaría una tercera con Portugal, una tercera con Francia (el famoso MidCat) y un gasoducto submarino con Italia uniendo Barcelona y Livorno. Tras volverse a cancelar el MidCat y anunciar el BarMar, conviene referir que este último costará entre 1.700 y 2.200 millones de euros y tendrá 450 kilómetros de extensión, por tanto, será más barato y más corto que el planeado entre Barcelona y Livorno (entre 2.500 y 3.000 millones, y 800 kilómetros).

El BarMar estará operativo en cuatro o cinco años, según ha afirmado la vicepresidenta ecológica, Teresa Ribera, por lo que no servirá para contribuir a resolver el problema de seguridad de suministro en Europa. Asimismo, hay que tener en cuenta que llegará más tarde que la entrada en servicio de un gran número de plantas de regasificación en Europa (por ejemplo, Alemania ya ha instalado la primera flotante), dado el aumento del negocio creciente del GNL, que cuesta más del doble que el gas natural que llega por gasoducto y se ha convertido en una gran fuente de ingresos para EEUU. Además, el BarMar tendrá el mismo problema que afrontaba el MidCat: interconectará con la red de gas del sur de Francia (el antiguo sistema PEG-SUD), que adolece de capacidad de evacuación hacia Centroeuropa, por lo que para mejorar las conexiones hacia Alemania, Suiza o Italia habrá que hacer inversiones adicionales a las del nuevo gasoducto. Y en esto también habría que tener en cuenta que ampliar las plantas de GNL en Marsella requeriría una inversión de entre 100 y 150 euros por tonelada en función de si se hacen en una zona verde o en una zona industrial abandonada, mientras el BarMar necesita un capex de entre 230 y 300 euros.

Algunos expertos del sector señalan que el coste unitario del BarMar podría estar en 0,56-0,73 euros/MBtu suponiendo una amortización a 20 años y una rentabilidad esperada del 10%, con un factor de carga del 100%. Unos valores que aumentarían a entre 0,80€/MBtu y 1,04€/MBtu con un factor de utilización del 70% y que serán muy superiores a la media histórica del diferencial entre el PEG y el mercado ibérico del gas (Mibgas), por lo que no se justificaría el uso del BarMar salvo que gran parte de la inversión se dé por perdida o sea subsidiada. En esto último, Francia, España y Portugal esperan financiación europea, pero habrá que ver si esta llega o no y en qué parte. Y en este 2022 de tanta volatilidad, con un diferencial promedio entre PEG y Mibgas de 1,77€/MBtu a fecha del 10 de ocubre que podría justificar la inversión en la nueva infraestructura, habría que tener en cuenta que no parece probable que dicho nivel se mantenga en el tiempo.