El italiano Luca de Meo, en nombre de Renault (donde es CEO) y de otros 13 grupos automovilísticos presentes en Europa, como nuevo presidente de la Asociación de Constructores Europeos de Automóviles (ACEA), ha pedido por carta a los líderes de la Unión Europea una política industrial ambiciosa para un sector que debería empezar a recuperar ventas este año. Y es que aporta casi el 8% del PIB de la UE, emplea a 13 millones de europeos, aporta 374.600 millones de euros en ingresos fiscales para los gobiernos de los Estados miembros y un superávit comercial de 79.500 millones.

Estas cifras no son baladí, y más dentro de la crisis profunda del automóvil que vivimos, después de ver que en 2022 la UE cerró con el nivel más bajo de ventas desde 1993 y sólo crecieron las de los grupos asiáticos Hyundai, Toyota y Honda. De cara a este año, “a pesar de las muchas incertidumbres que se avecinan, el mercado debería comenzar a embarcarse en un proceso de recuperación”, ha referido la directora general de ACEA, Sigrid de Vries. La previsión es alcanzar unas ventas de unos 9,8 millones de coches, un 5% más que el año pasado, aunque seguiría siendo un 25% inferior al los niveles previos a la crisis de 2019.

El sector del automóvil emplea a 13 millones de personas; y aporta casi el 8% del PIB de la UE, 374.600 millones de euros en ingresos fiscales para los gobiernos de los Estados miembros y un superávit comercial de 79.500 millones

En rueda de prensa, De Meo ha destacado que “nuestra industria ha tenido durante mucho tiempo una ventaja competitiva en toda la cadena de valor de los vehículos con motor de combustión interna”, pero esta ya no será así con los coches eléctricos, al menos a corto plazo, donde “nuestros competidores tienen muchas cartas en sus manos que nosotros aún no tenemos” y también tienen un gran apoyo de las autoridades nacionales y locales en China y EEUU. Al hilo de esto, ha citado la Ley de Reducción de la Inflación (IRA) estadounidense, con la que Joe Biden está estimulando su industria en la transición verde y ofreciendo importantes incentivos fiscales que no solo atraen a empresas nacionales sino también a extranjeras y de todos los sectores (por ejemplo, Iberdrola).

De Meo se ha quejado de que “el enfoque de Europa es regular la industria, a menudo de manera no sincronizada”. Por ejemplo, con la propuesta Euro 7 sobre emisiones contaminantes, que impone restricciones poco realistas a la industria e incluso podría ralentizar el impulso hacia la descarbonización. “Podríamos lograr una relación costo-beneficio mucho mejor si reorientamos las enormes inversiones que requeriría Euro 7 hacia la electrificación, haciendo que los vehículos eléctricos sean más asequibles y desarrollando tecnologías de cero emisiones para mejorar la flota”, ha subrayado.

Y aunque el primer ejecutivo de Renault y presidente de ACEA considera que el Plan de Industria Green Deal puede ser un primer paso para ayudar a mantener la inversión en la UE y también hay esperanza en que la Ley de Materias Primas Críticas mejore la capacidad nacional para extraer, refinar y procesarlas, y mejore la seguridad de suministro, se debe hacer más. Por ejemplo, con incentivos, algo que también ha reclamado la Asociación Nacional de Fabricantes de Automóviles y Camiones (Anfac), junto a medidas fiscales para recuperar el mercado y acelerar la electrificación, tras los primeros ajustes laborales en Seat y Ford