Trocear INDRA tiene sentido: Defensa por un lado, con titularidad pública y, por otro, todo lo demás, con accionistas privados
INDRA continúa dando titulares. El último, este mismo lunes, la dimisión de la consejera independiente Silvia Iranzo, por su “desacuerdo con los acuerdos adoptados por la Junta General de Accionistas de cese y no reelección de cinco consejeros independientes”, según el comunicado remitido por la compañía a la CNMV.
Conviene resaltar que Iranzo fue secretaria de Estado de Comercio durante la segunda legislatura de Zapatero, es decir, no es lógico pensar que ha dimitido por su oposición a que Moncloa tome el poder, sino más bien por su oposición a que INDRA se convierta en el eje de la industria de defensa de España.
Sea como fuere, el Consejo de la compañía se reunirá esta misma tarde con carácter extraordinario para actualizar los miembros de las comisiones e “iniciar el proceso de selección de consejeros independientes”, afirma el comunicado. Actualmente, en el Consejo de INDRA hay dos consejeros ejecutivos, dos independientes y cuatro dominicales.
Además, el Consejo podría nombrar a Juan Moscoso como tercer consejero dominical en representación de la SEPI, que ya cuenta con Miguel Sebastián y Antonio Cuevas.
Lo que no está previsto que suceda todavía es la salida de Ignacio Mataix. El Ceo no tiene incentivos para dimitir. Y es que, si lo hiciera de manera voluntaria, renunciaría a una indemnización que rondaría los ocho millones de euros.
La clave, sin embargo, no está en los nombramientos sino en el futuro más inmediato de INDRA como eje de la industria de defensa de España, en un momento en el que todos los países europeos, el nuestro incluido, van a aumentar de manera considerable el presupuesto de defensa.
En otras palabras, la división Defensa & Transporte ganará en importancia y peso dentro de INDRA, frente al negocio de consultoría que desarrolla la división Minsait. Y dentro de D&T, cobra especial relevancia los proyectos de la fragata F110 y el avión de despegue vertical F35B. INDRA no los fabrica, naturalmente, pero sí aporta tecnología imprescindible, por ejemplo, del radar.
Por eso, que el Gobierno Sánchez quiera controlar INDRA y convertirla en el eje de la defensa española está bien, es positivo. Ahora bien, corre el rumor de que lo que pretende en realidad, tras controlar la compañía, es dar el pase a un fondo, lo que, sin duda, sería un desastre y, además, abriría la puerta a que otra empresa extranjera de defensa se hiciera finalmente con la compañía. Y si Moncloa tiene que lanzar una Opa -a través de la SEPI, naturalmente-, que la lance. No hay nada malo en ello, más allá de que le costaría unos 1.550 millones de euros, que es el valor bursátil de la compañía. La operación sería, incluso, barata.