Llega cierta alegría para ArcelorMittal, tras pinchar en ebitda en los nueve primeros meses. Y es que su presidente, el indio Lakshmi N. Mittal, se ha entrevistado con Pedro Sánchez en el Foro de Davos... y le ha sacado 450 millones de euros en ayudas públicas para descarbonizar sus plantas en Asturias, región en la que gobierna el PSOE bajo la batuta de Adrián Barbón.

El gigante siderúrgico recibirá una ayuda directa de 450 millones probablemente a través de un Real Decreto en el Consejo de Ministros del próximo martes 24, tras obtener la autorización de Bruselas. Esta cifra forma parte del Proyecto Estratégico para la Recuperación y Transformación Económica (PERTE) de descarbonización industrial, que en total está dotado con 3.100 millones de fondos públicos (en parte europeos) y está comisionado por el asturiano Luis Ángel Colunga.

Hace unos meses, la ministra Maroto presumió de que “el Gobierno está apoyando la descarbonización de las plantas de ArcelorMittal con el objetivo de mejorar su competitividad y ser referentes a nivel global, un proceso que permitirá mantener las capacidades productivas y el empleo”

Una ayuda que no es baladí para ArcelorMittal, porque a pesar de que al igual que Acerinox se ha mostrado inmune al informe negativo de JP Morgan, en producción no pasa por su mejor momento. De hecho, mantiene en ERTE a toda su plantilla en España (más de 8.000 empleados, de los que casi 5.000 se encuentran en Asturias) por el alza de los precios de la energía y ha reducido su producción no sólo en las plantas españolas, sino en otras europeas: ha parado hornos altos de España (lo que tiene repercusión en otros centros de aquí, como los de Avilés, Sagunto, Etxebarri, Lesaka y Legasa), Polonia, Alemania y Francia, y también ha tomado ajustes en otras fábricas de estos dos últimos países y de Luxemburgo.

Reyes Maroto con representantes de ArcelorMittal y los sindicatos

 

Claro que esta ayuda de 450 millones es sólo un escalón más entre la creciente relación del gigante siderúrgico y el Gobierno Sánchez. En julio de 2021, el primero suscribió un Memorando de Entendimiento (MoU) con el Gobierno para invertir 1.000 millones de euros en tecnologías de descarbonización en su fábrica de Gijón. Entre ellas, estaba la construcción de una planta de reducción directa del mineral de hierro con hidrógeno verde, que complementaría con un horno eléctrico híbrido en Avilés. En mayo del año pasado, la ministra de Industria, Comercio y Turismo, Reyes Maroto, y el CEO del gigante siderúrgico, Aditya Mittal (hijo de Lakshmi), firmaron en Davos un acuerdo para avanzar en el plan de descarbonización de sus plantas españolas. Unos meses después, la propia Maroto se reunió con representantes de la compañía y de las federaciones sindicales UGT FICA y CCOO Industria para hacer un seguimiento de su plan industrial, y destacó que “el Gobierno está apoyando la descarbonización de las plantas de ArcelorMittal con el objetivo de mejorar su competitividad y ser referentes a nivel global, un proceso que permitirá mantener las capacidades productivas y el empleo”. Además, desde hace unas semanas, el número dos de Maroto ya no es el catalán Raül Blanco, sino el asturiano Francisco Blanco

Es cierto que ArcelorMittal se ha apuntado al hidrógeno verde, negocio que a día de hoy es una ruina y del que ya advierte hasta la presidenta de la CNMC, Cani Fernández, pero al menos lo ha hecho con algo más de sentido común: para producirlo ‘in situ’ y ayudarle en su actividad industrial. Mientras, España, Portugal y Francia insisten en el hidroducto H2Med, a pesar de que el hidrógeno no sólo es caro de producir hoy sino que es una molécula inestable difícil de transportar. Y por cierto, a este proyecto se acaba de unir Alemania, aunque por ahora no se sabe qué implicaciones tendrá eso... si es que conllevara alguna.