Joe Biden asumió los postulados del ecologismo radical, pese a su alto coste laboral, pero ahora parece que esto ha quedado en un segundo plano. ¿El motivo? Está haciendo un gran negocio con la guerra en Ucrania, pues las sanciones a Rusia (incluyendo la reducción del suministro de sus combustibles fósiles) han disparado las exportaciones de gas natural licuado (GNL)... y no sólo a Europa, también a China.

No se puede olvidar que este tipo de gas cuesta más del doble que el gas natural que llega a los países a través de un gasoducto por el proceso que implica: se coge la materia prima (la cual está en estado gaseoso, lógicamente); se somete a licuefacción (así pasa a estado líquido); se carga en un barco denominado metanero, lo que ya implica costes de transporte y de tripulación; al llegar al puerto de destino descarga en una planta regasificadora, donde el gas se somete a un proceso de regasificación (se vuelve a convertir en gas), se cobra un peaje de entrada y se traslada a la red. Sin embargo, el gas natural de gasoducto sólo implica coger la materia prima y enviarla por el tubo sin cambiar su estado. Además, los costes de transporte también son más elevados en el caso del GNL que en el del gas natural, a lo que hay que sumar que los del primero también se han visto afectados por el encarecimiento del petróleo, y con ello de los carburantes; y también el propio coste de la materia prima, que es elevado y seguirá alto ¡hasta 2025!, según ha avisado la Agencia Internacional de la Energía (AIE), y que dicho mercado está teniendo una gran volatilidad.

En 2021, China se situó por primera vez como el primer importador de GNL del mundo, arrebatando dicho lugar a Japón, según el informe de la consultora IHS Markit

Otro aspecto a destacar es que el GNL estadounidense en gran parte procede de fracking (fractura hidráulica), una técnica de extracción que está prohibida en España y en otros países de Europa. En la Junta de Accionistas de Repsol, su presidente, Antonio Brufau, refirió que “es un contrasentido” prohibir aquí el fracking y luego importar GNL extraído con dicha técnica de EEUU, y no le falta razón. Una técnica que, por cierto, no gustaba mucho a Joe Biden ni a la vicepresidenta estadounidense, Kamala Harris, pero de la que ahora están sacando una jugosa tajada para las arcas públicas del país. Y todo gracias a que Europa está pisando el acelerador para dejar de depender energéticamente de Rusia, diversificando suministradores (EEUU, Catar, Australia, Israel y Egipto se benefician ya de ello, pero la lista podría seguir creciendo). Dentro del viejo continente, España también ha aumentado sus compras de gas a EEUU y Pedro Sánchez se lo ha agradecido mucho a Biden recientemente, de forma que EEUU se ha convertido en nuestro principal suministrador, relegando a Argelia al segundo puesto. Y en el resto del mundo, destaca China, que ya en 2021 se situó por primera vez como el primer importador de GNL, arrebatando dicho lugar a Japón, según el informe de la consultora IHS Markit, dentro de una lista de 44 países importadores, casi el doble que hace una década.

Empresas del gigante asiático han firmado más de 12 acuerdos con proyectos de GNL de EEUU en el último año. El último sería el alcanzado entre China Gas, compañía dedicada principalmente a distribuir gas natural en 273 ciudades chinas, y la estadounidense NextDecade, empresa de energía limpia que innova para lograr un GNL sostenible y soluciones de captura de carbono, por el que la primera comprará 1 millón de toneladas al año del proyecto Río Grande a partir de 2027 y durante 20 años.

Todo esto en un contexto en que el gas natural es el gran recurso de muchos países para llevar a cabo su transición hacia una energía más limpia... y esto también beneficia al GNL, que está en crecimiento en todo el mundo. En EEUU ha aumentado las exportaciones, pero ahora también tiene que hacer frente al parón de la planta de licuefacción de Freeport (Texas) tras una explosión, algo que está afectando en la cotización internacional del gas; en Canadá hace unos meses se aprobó la construcción de un proyecto de GNL; y en Catar, las petroleras ExxonMobil y Shell se han unido a un proyecto de 29.000 millones de dólares (uno 28.370 millones de euros) para impulsar las exportaciones de dicho país.