El apoyo de la opinión pública a las renovables intermitentes (solar y eólica) depende de que sean baratas y aseguren el suministro
La Fundación de las Cajas de Ahorros (Funcas) ha hablado sobre transición energética, aunque sus temas habituales sean el crecimiento económico, la inflación o los datos del paro. En concreto, ha advertido que la opinión pública es favorable a las renovables, pero ojo, siempre que sean baratas, aseguren el suministro y pueda mantenerse el nivel de vida. ¿Lo habrá leído la vicepresidenta ‘sandía’, Teresa Ribera?
Respecto al precio, ya saben que la energía nuclear es barata y aún lo sería más “si nos bajaran los impuestos”, como señaló Ignacio Araluce, presidente de Foro Nuclear (asociación que representa a la industria nuclear española), en su entrevista con Hispanidad. Unos impuestos (estatales, autonómicos y locales) que no sólo son elevados, sino también superiores a los de otras tecnologías y redundantes; y a los que se suman tasas.
Esta institución de carácter privado y sin ánimo de lucro ha señalado que hay consenso en la necesidad de hacer una transición energética hacia una sociedad más descarbonizada, pero no en cómo debe realizarse
En relación a la seguridad de suministro, algo que sí garantiza la nuclear, recuerden que hace unos meses, Antonio Brufau, presidente de Repsol, refirió que hay que apostar por otras tecnologías y no sólo por las “energías renovables desobedientes” (en alusión a la solar y a la eólica”, que dependen del sol y del viento. Y más recientemente, en el Foro de Davos, Josu Jon Imaz, CEO de Repsol, no sólo ha dado un palo a Pedro Sánchez pidiendo mayor seguridad jurídica, sino que ha destacado que en EEUU “tienen neutralidad tecnológica, no tienen sesgos, producen gas, están apostando por la tecnología CCUS (es decir, captura, uso y almacenamiento de carbono, por sus siglas en inglés)”, un modelo que es el que debería seguir Europa para hacer una “transición energética más inteligente que acelere la descarbonización”. Además, ha destacado que la transición conlleva un “trilema”: “tiene que garantizar la seguridad del suministro, la accesibilidad y precios competitivos, y descarbonización”, pero en su opinión, en Europa “nos olvidamos de los dos primeros puntos”.
La advertencia de Funcas aparece en el último número de la publicación Panorama Social, titulado ‘Energía y sociedad: perspectivas sobre la transición energética en tiempo de crisis’ y coordinado por Juan Carlos Rodríguez. Asimismo, esta institución de carácter privado y sin ánimo de lucro ha señalado que hay consenso en la necesidad de hacer una transición energética hacia una sociedad más descarbonizada, pero no en cómo debe realizarse.
Josep Espluga y Albert Presas, tras analizar varias encuestas internacionales, señalan que la solución nuclear resultará socialmente más aceptable en aquellos países en los que la población tenga una mayor confianza en las instituciones
Eric Heymann ha considerado que en el debate público europeo no se han puesto suficientemente de relieve las implicaciones técnicas, económicas o de cambio de vida de los ciudadanos que trae consigo la transición energética. Por su parte, Josep Espluga y Albert Presas se han centrado en la opinión pública sobre la nuclear, que ha cobrado nuevo protagonismo y se ha vuelto a postular como fuente energética para la transición ecológica en el actual escenario internacional de crisis energética. Tras analizar varias encuestas internacionales, estos dos autores han referido que la solución nuclear resultará socialmente más aceptable en aquellos países en los que la población tenga una mayor confianza en las instituciones (públicas y privadas); algo que se relaciona con la existencia de unas normas claras, la percepción de justicia en los comportamientos de empresas e instituciones, la transparencia en la toma de decisiones y la capacidad de articular diferentes intereses, entre ellos los de la población afectada. Y por cierto, en el caso de España, no hay que olvidar que este año se revisa el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC), que incluye los cierres de los primeros cuatro reactores nucleares (entre ellos, los dos de Almaraz, el de Ascó I y el de Cofrentes), a pesar de que pueden operar muchos más años. Y dicha revisión, sería una buena ocasión para cancelar dichos cierres, apostando por la seguridad de suministro y la descarbonización, porque la nuclear no emite CO2 y es el mejor complemento de las renovables.
Por su parte, Roberto Gómez ha señalado que con una dependencia energética del exterior superior al 75% en 2020 y un recurso a las renovables intermitentes todavía muy lejos de cubrir la demanda final, España afronta retos de gran calado en ramas como las de la industria manufacturera, el transporte y la generación de electricidad. En su opinión, la reducción de la demanda de energía debería resultar de una mejora de la eficiencia y no de una limitación forzosa de la producción y/o el consumo de bienes y servicios, con el consiguiente perjuicio para el bienestar de sociedades como la nuestra.