No hay dudas del frenazo que sufrió el sector del automóvil en 2020 en España. Y es que a los datos conocidos de la caída de ventas (-32,3%), producción (-19,6%) y exportación (-15,5%) se suma ahora el del cierre de 409 empresas (14% del total), según recoge el informe ‘El resurgir de la industria después de la pandemia’ de CaixaBank Research, del que ha hecho eco El País.

Conviene recordar que este sector emplea a dos millones de personas en nuestro país, de las que 60.000 se vieron afectadas por un ERTE en algún momento del duro 2020 por el impacto de la pandemia del coronavirus. Asimismo, supone el 60% de la industria española y aporta el 11% del PIB, por lo que su situación no es baladí.

El último pronóstico de la Asociación Nacional de Fabricantes de Automóviles y Camiones (Anfac) sitúa las ventas en 925.000 unidades a final de año

En 2020, las ventas cayeron un 32,3%, hasta 851.211 turismos y todoterrenos, siendo el peor dato desde 2014 y situando a España como el peor de los cuatro principales mercados europeos. Por su parte, la producción bajó un 19,6%, a 2,27 millones de unidades, y la exportación descendió un 15,5%, a 1,95 millones, registrando las peores cifras desde 2013.

Ojo, porque 2021 no se presenta muy halagüeño. El sector preveía al principio de año unas ventas inferiores a 1 millón de coches y el último pronóstico de la Asociación Nacional de Fabricantes de Automóviles y Camiones (Anfac) se sitúa en 925.000 unidades, pese a que han subido un 18% hasta julio. ¿Los motivos? La incertidumbre y la crisis de demanda que ha provocado la pandemia, los rebrotes, la subida del Impuesto de Matriculación (aunque en julio se suspendió hasta final de año) o la escasez mundial de semiconductores, principalmente, aunque también ha influido la confusión por las propuestas maximalistas de la Comisión Europea, que anunció el fin de la venta de coches de combustión a partir de 2035. Respecto a la producción, la previsión es que siga siendo inferior a la de 2019, cuando se situó en 2,82 millones de coches, por los parones que han tenido que hacer las fábricas ante la crisis mundial de chips.