A ver si nos entendemos: el objetivo de las fusiones bancarias es reducir la capacidad instalada de un sector que busca desesperadamente la rentabilidad perdida. Efectivamente, los bajísimos tipos de interés no ayudan y las entidades se ven forzadas a ajustar oficinas y plantilla. Y qué mejor manera de hacerlo que mediante la fusión o la absorción de dos o más entidades. Es la hoja de ruta que han seguido todas las operaciones de consolidación del sector hasta la fecha.

La única operación abierta en estos momentos es la fusión entre Unicaja y Liberbank, pero es sólo la antesala de una consolidación más profunda que abarca a las demás entidades medianas, esto es, a Abanca y a Ibercaja.

La fusióln Unicaja-Liberbank es sólo la antesala de una consolidacón más profunda

Ahora bien, la nueva oleada de fusiones que pretende acelerar el Banco de España, por orden del BCE, tendrá que esperar. El escándalo FG, por un lado, y el ajuste de Santander España, por otro, han paralizado la consolidación del sector durante este año. Estamos hablando, en el caso de la entidad que preside Ana Botín y a la espera de datos oficiales, del cierre de entre 1.000 y 1.200 oficinas y de un ERE de 3.000 empleados, tras la integración del Popular, según el diario Expansión. ¿Para qué emprender más fusiones si el ajuste ya está en marcha? No olvidemos que, junto al Santander, Caixabank también tiene previsto cerrar 800 sucursales y reducir la plantilla en algo más de 2.100 empleados. Y todo durante 2019.

En otras palabras, el recorte en el sector va a ser durísimo durante este ejercicio aun sin contar con lo que suceda tras el matrimonio Unicaja-Liberbank. Sólo los planes de Caixabank y el Santander suponen una reducción de unas 2.000 oficinas y de más de 5.000 empleos. En definitiva, ¿para qué más fusiones si el ajuste ya está en marcha?

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Luego está el escándalo FG que, diga lo que diga Carlos Torres -ha ligado su futuro al de FG- sí afecta a la reputación, no ya de la propia entidad, sino de todo el sector, tal y como aseguró el gobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos. El BBVA está llamado a ser, sin duda, unos de los protagonistas de la nueva oleada de fusiones, pero no mientras continúe bajo la sombra de la sospecha y con un presidente de honor cada vez más en entredicho. De hecho, es una de las opciones más interesantes que se barajan para llevar a cabo la privatización de Bankia mediante una fusión. Un asunto que tendrá el futuro ministro de Economía encima de la mesa, tras pasar por las manos de Luis de Guindos, Román Escolano (el breve) y Nadia Calviño.