Recuerden la vieja anécdota de Luis Pasteur, uno de los grandes científicos católicos. Un colega le enseñó un cartel donde podía leerse la siguiente leyenda: “La ciencia no tiene fe ni patria”. Así es, respondió Pasteur: "la ciencia no tiene ni fe ni patria, pero el científico sí".

Algo parecido, sólo que al revés, puede decirse de la marcha de Ferrovial a Holanda (perdón, Países Bajos). Repetimos: si el señor Rafael del Pino quiere marcharse a Holanda que se marche en buena hora.  La verdad es que no se marcha él, sino su dinero, sus activos, su empresa, porque Holanda, además de ser el país que mayor aversión ha sentido por España en toda su historia, es hoy un semi-paraíso fiscal, con un Gobierno, y una sociedad, que vive obsesionada con el dinero y que se dedica a hacer trajes fiscales a medida para las empresas que allí se instalan. Al final, toda la historia de Holanda es crecer y progresar, acumular dinero… para luego ser esquilmados y masacrados por los alemanes... y a volver a empezar. Curiosamente, la obsesión de los holandeses no es antigermana, sino antiespañola. En Paises Bajos fue donde nació la leyenda negra.

Y lo peor es que un 93,3% de los accionistas presentes respaldaron la operación. Este es el problema.

Un 93,3% de los accionistas presentes respaldaron la operación. Eso puede ser un problema. Si uno de cada tres 'noes' pide la devolución de su dinero el asunto podría anularse

Si Rafael del Pino quiere irse de España que se vaya. Él, desde luego, no se va a marchar: Holanda es muy triste. Desgraciadamente, no es el caso de Pedro Sánchez, que no se va: está comprometido con España… ¡pobre España!

En resumen, la marcha de Ferrovial es una historia donde no hay buenos, todos son malos. Sánchez no quiere perder la cabecera de Ferrovial porque su marcha constituye la demostración de que ninguna empresa quiere quedarse cerca de un burócrata como él que hace imposible el emprendimiento y que ha fomentado la envidia al rico: el socialismo no es otra cosa que envidia a quien le va mejor o simplemente es superior a mí. Envidia a la excelencia, que le dicen

Ahora bien, Señor del Pino, si uno ama a su país, entonces lo que tiene que hacer es quedarse en él y luchar por expulsar a ruinas como Pedro Sánchez cuanto antes, no marcharse a Amsterdam y continuar residiendo en España.

Y cuidado, que el 92% a lo mejor no son muchos. Recuerden que la operación se presentó para que los que exigieran la devolución del precio de sus acciones no superaran el 2,5% del capital. Es decir, que si uno de cada tres 'noes' exige la devolución de su dinero, el asunto podría anularse. Uno de cada tres 'noes' no resulta impensable.