La ministra Ione Belarra acelera el espíritu demagogo del actual Gobierno: calificó a Juan Roig, el hombre de Mercadona, como un capitalista despiadado y aunque Roig le respondió con mucha más educación, la psicóloga navarra se ensañó con él, mientras el documentadísimo Pablo Echenique decidió mofarse, con esa ironía tan sutil que constituye la marca del portavoz parlamentario de Podemos. 

Pablo Echenique e Ione Belarra no serían capaces de regentar, no ya Mercadona, sino un puesto de chucherías

La verdad es que señor Roig ha creado 100.000 puestos de trabajo mientras Ione Belarra no ha creado ninguno. Y lo que hace el señor Roig lo hace con su dinero, no con el dinero de los demás, como la amiga Ione o el amigo Pablo. El sueldo de Roig se lo paga él, los sueldos de Echenique y Belarra, así como sus gabelas de ministra o diputado, se lo pagamos nosotros.

Encima, ahora Roig anuncia que bajará el precio de 500 artículos de uso cotidiano. Naturalmente, los chicos de podemos no han reculado: que lo hubiese hecho antes, claro que sí.

Por lo demás, se vuelve a poner de manifiesto que el socialismo -y su hermano gemelo, el comunismo. es, antes que ninguna otra cosa, envidia... de aquel que logra hacer, sobre todo por los demás, aquello de lo que yo soy incapaz. Echenique y Belarra no serían capaces de regentar, no ya Mercadona, sino un puesto de chucherías... Aunque Pablo Fernández, portavoz podemita en Valladolid, regentaba un quiosco antes de dedicarse a la politica. 

A la gente no hay mirarla por lo que gana sino por lo que gasta

A las personas no hay que juzgarlas por lo que ganan sino por aquello en que lo gastan. Porque un rico puede cobrar mucho, todo lo que quiera, que si lo reinvierte... y yo estoy dispuesto a que cobre lo quiera si no lo hace a costa de otro que lo merece igual. 

Encima han ido a atacar a la empresa más española del sector distribución y a la que ha conseguido productos medio-altos, para una público bajo... que también tiene derechos a ello. Española y con sensibilidad social demostrada. Es lo que más odian los podemitas.