Relevo en la cúpula de Deutsche Bank España. Íñigo Martos, hasta ahora responsable de banca privada de Crédit Suisse en nuestro país, ha sido nombrado consejero delegado de Deutsche Bank España, cargo que ocupará a partir del próximo uno de julio.

Martos sustituye a Antonio Rodríguez-Pina, que, después de 17 años, dejará de ser el primer ejecutivo de la filial para asumir el cargo de presidente del Consejo de Administración.

Como dicen en fútbol: jugado por jugador. Es decir, un banquero al por mayor sustituye a otro banquero al por mayor. Porque el plan de Deutsche Bank España sigue siendo el mismo: potenciar el negocio de banca privada y de inversión, frente al de banca universal o doméstica.

En otras palabras, el proyecto de Deutsche Bank España ha fracasado. La entidad nació centrada en ofrecer servicios de banca doméstica en nuestro país, con una amplia red de sucursales gracias a la compra de diversas entidades -Banco Comercial Transatlántico y Banco de Madrid, entre otras-, pero de un tiempo a esta parte ha puesto el foco en las grandes fortunas y en la banca de inversión, y ha ido arrinconando el negocio doméstico. Recuerden cómo desde Fráncfort, incluso, se puso a la venta la filial, pero sin éxito: nadie estaba dispuesto a pagar lo que pedían los alemanes.

En este contexto, el banco anunció la pasada semana la unificación de oficinas y la apertura de cinco sucursales en las que los clientes dispondrán de todos los productos y servicios de la entidad. El asesoramiento de las 25 personas que trabajarán en estas oficinas, será fundamental.

Sea como fuere, el problema de Deutsche Bank España es la marca, no porque tenga problemas de reputación, sino porque vender su filial española supondría admitir que ha fracasado y el Deutsche, banco alemán por excelencia, nunca fracasa. La solución es cambiar la estrategia y redirigir el negocio hacia la banca privada y la de inversión. El negocio doméstico ya no merece la pena.