La demagogia de Teresa Ribera no acaba y hay múltiples muestras. La penúltima ha tenido que ver con las centrales nucleares y se ha reflejado en la entrevista que ha concedido a El Mundo. “Si fuera por los dueños ya las habrían cerrado”. Claro, olvida decir cual es la principal razón que motivó que se acordara un acuerdo de cierre progresivo de los siete reactores españoles entre 2027 y 2035: les asfixian a impuestos, que impiden su rentabilidad.

Algo que en más de una ocasión ha refutado Ignacio Araluce, presidente de Foro Nuclear (asociación que representa a la industria nuclear, incluyendo a las energéticas que operan los reactores españoles -Iberdrola, Endesa, Naturgy y EDP-). por ejemplo, en junio de 2021, cuando destacó que las centrales son inviables, por los impuestos que pagan, unos 1.160 millones de euros en 2020, el 62% de su facturación. A finales del pasado abril, advirtió que “sigue preocupando la estabilidad económica de las centrales”, pues tienen un coste de generación de 60 euros por megavatio hora (MWh) y sus propietarios ya han vendido toda su energía nuclear a largo plazo a un precio fijo (60-70 euros) para este año y para parte de 2023. También subrayó que “no están ganando los llamados windfall profits (beneficios caídos del cielo)” y que “los impuestos siguen altísimos” y hay elevados impuestos especiales y algunos duplicados: por ejemplo, el impuesto al combustible gastado (que también pagan a Enresa), el impuesto de la Guardia Civil, o las ecotasas de las comunidades autónomas (aunque a Enresa ya le pagan un impuesto de impacto ambiental). “Si se bajan los impuestos, se podría funcionar mucho mejor, o también se podría poner un precio fijo a la nuclear, como ha pasado con las renovables, que tienen un retorno a la inversión del 7%”, apuntó Araluce. 

En la nuclear “los impuestos siguen altísimos” y hay elevados impuestos especiales y algunos duplicados: por ejemplo, el impuesto al combustible gastado (que también pagan a Enresa), el impuesto de la Guardia Civil, o las ecotasas de las comunidades autónomas (aunque a Enresa ya le pagan un impuesto de impacto ambiental)

En esta misma línea, hace unas semanas, en un curso de verano de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP), coordinado por ENSA, Araluce insistió en que la nuclear “es muy estable, fiable y competitiva en precio, y sería más barata si no estuviera asfixiada a impuestos”. Al hilo de esto, Alfredo García (más conocido en Twitter como Operador Nuclear), divulgador científico y operador y supervisor nuclear, refirió que en España, “las nucleares sufren la mayor presión fiscal (22€/MWh) y el Gobierno pretende añadir un demencial cargo de 17€/MWh por el CO2 no emitido”. Asimismo, recordó que la “política antinuclear en España” consiste en “aumentar los impuestos a las centrales nucleares y promover su cierre. De esta forma, el terreno para el discurso de que «no son rentables y nadie quiere invertir en nuevas centrales» está allanado”.

La vicepresidenta tercera y ministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico es una enemiga de la nuclear dentro del Gobierno, al igual que Pedro Sánchez, Diana Morant e Isabel Rodríguez. Ribera insiste en no revisar el calendario de cierres, algo que en el citado curso de la UIMP, criticó Héctor Dominguis, presidente de la Sociedad Nuclear Española (la cual agrupa a profesionales e instituciones del sector), considerando que usar la energía como argumento político es un error y “nos va a llevar a tener un sistema eléctrico inadecuado, que no se adapta a las necesidades del país y es ineficiente”.

Ribera olvida que Alemania estaría en una mejor situación que la actual si no hubiera cerrado 14 de las 17 nucleares que llegó a tener y que aún no tiene claro despedirse de las últimas tres a finales de este año

La vicepresidenta ecológica insiste en no dar la más mínima oportunidad a una energía que casi no emite CO2 (y desde luego lo hace en muchísima menos cantidad que la solar fotovoltaica que tanto le gusta), que contribuye en la lucha contra el cambio climático, que es el mejor complemento de las energías renovables y que garantiza el suministro de energía de forma estable. De hecho, casi cuatro de cada cinco consumidores no hubieran tenido electricidad en España sin la nuclear y los ciclos combinados de gas en las últimas semanas de julio y las primeras semanas de agosto. “Sería importante que el PP haga propuestas que no sean ampliar la vida de las centrales nucleares”, ha afirmado Ribera, aunque también lo piden Vox y Ciudadanos.

Ribera ha referido que “hay un lobby muy fuerte de los fondos de inversión en energúia nuclear, pero no creo que la medida para salvar este invierno, ni el siguiente, sea la energía nuclear. Es un debate falso. Hay una industria nuclear global que está teniendo problemas de credibilidad, y aspira a renacer y a cambiar la tendencia. Pero si fuera por ellas, las empresas de las centrales hubieran cerrado antes sus nucleares”. Sin embargo, Ribera olvida que Alemania estaría en una mejor situación que la actual si no hubiera cerrado 14 de las 17 nucleares que llegó a tener y que aún no tiene claro despedirse de las últimas tres a finales de este año (algo que apoya el partido Alianza 90/Los Verdes, pero que el canciller, Olaf Scholz, del SPD, piensa que podría tener sentido no hacer). Y también olvida que la nuclear está viviendo un renacimiento en muchos países, destacando China (¿otra vez adelantará a otros países occidentales, como pasó con el tema de las baterías de los coches eléctricos?), EEUU, Francia o incluso Japón (país que vivió el accidente en la central de Fukushima tras el terremoto y el tsunami de 2011).