La contabilidad es una ciencia exacta, es decir, dice exactamente lo que uno quiere que diga. Así, las cuentas de Credit Suisse publicadas este lunes -probablemente las últimas que dé en solitario, tras ser adquirido por UBS- muestran un beneficio de 12.432 millones de francos suizos (unos 12.600 millones de euros), frente a los 7.400 millones de euros perdidos en marzo de 2022.

Tranquilos, se trata únicamente de un beneficio contable registrado gracias a la anulación de los bonos AT1 (también conocidos como CoCos), ordenada por las autoridades suizas. Esta orden redujo a cero unas obligaciones que sumaban 15.300 millones de euros y provocó la avalancha de denuncias por parte de los tenedores de esos bonos, una lucha que ya veremos cómo termina. ¿Por qué se rescató a los accionistas y, sin embargo, se dejó caer a los bonistas?

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La banca suiza está al margen del BCE, es cierto, pero desde Fráncfort se apresuraron a explicar que en Europa no será así. “Los instrumentos de capital ordinario serían los primeros en absorber pérdidas, y sólo después de su pleno uso se requeriría  la amortización del capital de nivel 1 adicional”, aclararon el BCE, la JUR y la EBA en un comunicado, en marzo.

Todo esto en un contexto de huida masiva de clientes que en los tres primeros meses del año retiraron 68.300 millones de euros en depósitos, una fuga que no ha concluido a pesar de la compra del banco por el también suizo UBS. “Se estabilizaron a niveles mucho más bajos, pero a día de hoy la situación no se ha revertido todavía”, afirmó la entidad este lunes.