El caso de Celsa no sólo supone el de una empresa que ha pasado de estar controlada por una familia (los Rubiralta) a estarlo por fondos y bancos de inversión, sino una muestra de cómo los tribunales españoles han favorecido a los fondos de deuda, los verdaderos fondos buitre. Una situación escandalosa… pero teniendo en cuenta el panorama político actual ya hay poco lugar para la sorpresa.

Recuerden que la siderúrgica catalana es también un ejemplo de empresa estratégica que acaba en manos de los fondos y de compañía familiar que se divide, por diferencias familiares, y acaba en crisis. La fundaron los hermanos Francesc y Josep Maria Rubiralta Vilaseca en 1967, bajo el nombre de Compañía Española de Laminación S. A. en Castellbisbal (Barcelona); y también crearon la proveedora de material sanitario Izasa (hoy Werfen). Hasta 2006, las dos ramas de la familia y ambas compañías permanecieron unidas, pero con la llegada de la segunda generación surgieron las diferencias: así los hijos de Francesc (los cuatro hermanos Rubiralta Rubió -Francesc, Ignasi, Carola y Anna-) se quedaron con Celsa, entonces la joya de la corona de la familia; y los hijos de Josep Maria (los cuatro hermanos Rubiralta Giralt -Jordi, Josep Lluís, Xavier y Marc-) se hicieron cargo de Werfen y recibieron una compensación económica de la otra rama (dinero que formaba parte de un crédito que ascendió a 504,5 millones y que ya no tendrá que pagar Francesc Rubiralta Rubió). Paradojas de la vida, la que era la joya de la corona acabó cayendo en desgracia, mientras Werfen se convirtió en un imperio farmacéutico.

En paralelo, la deuda de Celsa fue creciendo… y llegaron las dificultades económicas, lo que atrajo a fondos y bancos de inversión. El Gobierno Sánchez intentó ayudar, al concederle un rescate de 550 millones de euros en préstamos del fondo para empresas estratégicas de la SEPI que se nutrió con fondos europeos, a pesar de tener pérdidas. La siderúrgica catalana se vio abocada a negociar con los acreedores y llego a pedir un preconcurso de acreedores para reestructurar su deuda.

Los accionistas actuales (y antes acreedores) de Celsa son varios fondos de inversión desde 2022, cuando se hicieron con el control y la propiedad a través de una reestructuración de deuda (en la que también participaron los bancos Deutsche Bank y Goldman Sachs) y la posterior conversión en capital, que avalaron los tribunales, sacando así a la familia Rubiralta de la propiedad y la gestión. Los fondos Strategic Value Partners (SVP), Attestor, DWS, Golden Tree, Cross Ocean, Anchorage, Sculptor (ahora propiedad del fondo Rithm Capital) actuaron al estilo del fondo Apollo, que es uno de los más especulativos del mundo y fue fundado por Leon Black. Este último inventó el loan to own (préstamo con opción a compra)- y al que imitan otros muchos fondos al comprar deuda de una empresa para luego forzarla a renegociarla, siempre al alza,… y si esta no logra pagarla, al final se quedan la compañía y en muchos casos la acaban troceando y vendiendo... De hecho, ya ha vendido las filiales en Reino Unido y los países nórdicos. 

En el caso de Celsa, los fondos y los bancos de inversión se hicieron con el 100% del capital, pero lo hicieron comprando la deuda por la mitad de su valor nominal... y el juez admitió que el canje posterior, la conversión en acciones, fuera a valor nominal. Esto es algo que no solían permitir los jueces -es una barabridad- pero sí se lo permitieron a los acreedores de la siderúrgica catalana, y ojo, porque el caso puede sentar jurisprudencia y convertir a nuestro país en el paraíso de los fondos de deuda, los más especulativos, aquello que no compran empresas sino que compran a los bancos acreedores los fondos de las empresas y luego lo intercambian por acciones. En resumen, que compran empresas a precio de saldo.

Tras quedarse los fondos con Celsa, se nombró como presidente a Rafael Villaseca y como CEO a Jordi Cazorla. El primero echó mano de su amistad con Ángel Simón, cuando este era CEO de Criteria Caixa, para pedirle que dicho holding inversor entrara en el capital de la siderúrgica catalana… Así, podría cumplir la condición por la que el Gobierno Sánchez permitió la entrada de los fondos: la búsqueda de un socio industrial que tomara el 20% del capital. Sin embargo, se produjo el cese de Simón en Criteria, así como el nombramiento de Francisco Reynés como vicepresidente ejecutivo, y se dijo ‘no’ a entrar en Celsa.