No ha pasado ni un año -noviembre 2020- desde que el BBVA y el Sabadell pusieron fin al noviazgo que solo duró 11 días y que terminó de manera abrupta. Mucho ha llovido desde entonces y ambas entidades han tomado medidas de calado. Ahora han vuelto a mirarse con interés.

A sus 72 años, Josep Oliu busca lo mismo que buscó hace diez meses: jubilarse como vicepresidente del BBVA, pero esta vez sin aspirar a la Presidencia. Conviene no perder de vista que el BBVA continúa imputado como persona jurídica y, aunque su presidente Carlos Torres no lo está, no es una situación cómoda presidir una entidad investigada por la justicia.

Lo cierto es que el Sabadell ha estado muy activo durante los últimos meses. En abril se deshizo de su filial de renting de vehículos, que colocó a Société Générale por 59 millones de euros. Dos meses después vendió su depositaría institucional a BNP Paribas, por 115 millones, y en julio traspasó su negocio en Andorra a MoraBanc, por 67 millones.

El problema es el BBVA, que continúa huyendo del Santander y mantiene el mismo interrogante: ¿Quién manda? Torres está ‘missing’ y ni siquiera se deja ver en los foros a los que se presume que debe asistir como presidente del segundo banco español

No sólo eso. Desde que rompió las negociaciones con BBVA, el banco que dirige César González-Bueno ha rebajado el número de empleados en 1.800, a los que hay que añadir los que finalmente se acojan al último ERE planteado por el banco y que podría afectar a otros 1.900 trabajadores.

El problema es el BBVA, que continúa huyendo del Santander y mantiene el mismo interrogante: ¿Quién manda? Torres está ‘missing’ y ni siquiera se deja ver en los foros a los que se presume que debe asistir como presidente del segundo banco español.

El BBVA carece, además, de un modelo claro de negocio, más allá de la digitalización, que no es un modelo sino un instrumento. Torres está viviendo del legado que le dejó FG, por ejemplo, la filial de EEUU. Sus relaciones con el Ceo Onur Genç son cada vez más distantes.

En España, no obstante, también ha hecho los deberes y ha cerrado un ERE para 2.935 empleados, aunque su objetivo es reducir la plantilla en 11.200 en tres años, como adelantó Hispanidad. El banco con sede en Bilbao, además, sigue teniendo disponibles los 9.700 millones de euros que cobró por la venta de su filial norteamericana. En otras palabras, tiene dinero para aburrir y no le debería frenar el hecho de que el Sabadell se haya revalorizado en bolsa.

Torres y Oliu vuelven a hablar de fusión y ahora lo tienen más claro.