El BBVA es hoy el banco más lúgubre de España. Sobre todo entre el personal de sus oficinas, la mayoría de los cuales está deseando que llegue el siguiente ERE para marcharse a casa, a ser posible prejubilado.

Estamos ante un plantilla deprimida como probablemente no haya otra en toda la banca española. Una plantilla que no teme que le echen: quiere marcharse en buenas condiciones.

El Garanti es el único que no implantará la marca BBVA

Ahora bien, si de los escalones inferiores subimos a los superiores, el asunto se hincha. Siempre con la sombra del Santander detrás, el presidente Carlos Torres busca un proyecto, incluido retomar la fusión con Sabadell -aquí es Oliu quien tiene la iniciativa pero Torres está dispuesto a escucharle- y el añadido políticamente interesante de Kutxabank.

Pero los bancos son los únicos barcos que siempre hacen aguas por su parte superior. Y es el problema más peliagudo, En primer y más importante lugar: Carlos Torres y Onur Genç, presidente y Ceo, no se entienden. Fuentes de la entidad confiesan que resulta difícil trabajar bajo la dirección de un binomio cuyas relaciones son gélidas y con un Ceo que “se mete en todo, incluido en lo que no es el día a día”.

La influencia turca en el BBVA reduce la autoridad del presidente Torres quien, encima, lidera un consejo débil, donde sólo cuenta con el condicionado apoyo del resentido Jaime Caruana. Resentido sí, porque Caruana aspiraba a ser el sucesor de FG, como aspiraba a serlo José Manuel González-Paramo, el hombre del BCE, asimismo desplazado por el casi recién llegado Torres. Pero al menos, Caruana está por la labor de apoyar al presidente en un punto que él conoce bien: la regulación.

Otro problema: una plantilla deprimida en busca de la prejubilación

Un detalle de por qué Onur Genç se considera al margen de la estructura de poder oficial del BBVA: el Garanti es el único que no implantará la marca BBVA en su territorio. La joya de la corona, el mexicano Bancomer sí, el turco Garanti no. Genç sabe que a él le sostiene Turquía, no Madrid.

Pero, al final, lo más importante, que es lo más plausible y lo más cotidiano: presidente y Ceo no se entienden y esa falta de entendimiento se filtra a toda la organización.

Y allá, al fondo, el interminable caso Villarejo. Con un ex presidente imputado e imputada la propia entidad.